Este 8 de Marzo sumó un importante hito a la lucha del movimiento de mujeres y las disidencias a nivel mundial. Al calor de las peleas contra la violencia machista, por el derecho al aborto, por lograr la igualdad real, el 8M mostró una radicalización que desbordó la banalización capitalista de la fecha y, en varios casos, también a las conducciones funcionales al sistema.
El movimiento feminista y disidente internacional que sacude las estructuras del poder con las jóvenes al frente no tiene un único motor, sino que viene creciendo en una dinámica cada vez más antisistema, es decir contra este capitalismo patriarcal. Si bien hay grados desiguales de movilización y en cada país intervienen distintas conducciones políticas y sindicales, de un rechazo básico a la violencia machista se avanza no sólo a exigir derechos que aún nos niegan sino también a cuestionar en forma más directa a los gobernantes, instituciones y sectores reformistas.
Desde hace ya tres años, la utilización del método obrero de la huelga como mecanismo de visibilización y lucha confirma un salto de calidad del movimiento, a la vez que se viene construyendo un programa reivindicativo más integral: la defensa de los derechos sexuales y reproductivos, el fin de la desigualdad salarial y laboral, el robo del trabajo doméstico no remunerado, el combate contra toda forma de violencia e incluso el rol retrógrado de las instituciones religiosas. A la vez, al ser el tercer paro mundial, afianza también el aspecto internacionalista, que para miles de mujeres se torna cada vez más conciente.
La combinación de estos elementos hace que este 8M haya tenido mayor extensión y magnitud que el anterior, con algunos hitos con peso de masas y el surgimiento o fortalecimiento de coordinaciones de carácter más regular y permanente. Sobre esa base objetiva, junto a la movilización, en no pocos sectores del activismo feminista y disidente crece la conciencia sobre la necesidad de cambios socio-políticos de fondo, avance que nos abre una enorme oportunidad a las organizaciones revolucionarias.
Un breve repaso de la acción global
Sería imposible retratar todo lo que sucedió el 8M, ya que el paro internacional y las acciones de masas o de vanguardia han abarcado a más de 70 países y se expresó en todo tipo de iniciativas en miles de ciudades del mundo.
En los Estados Unidos, sin llegar a la masividad de las marchas anti-Trump de enero pasado, se realizaron manifestaciones y acciones importantes en las principales ciudades. En paralelo, los analistas del establishment destacan que en la principal potencia imperialista del planeta hay un crecimiento inédito de las ideas socialistas.
El Estado español marcó el punto más alto del 8M en Europa. Como lo señalan nuestras militantes de SOL (Socialismo y Libertad): “Hicimos huelga laboral, estudiantil, de cuidados y consumos, piquetes, carteles, charlas y actividades culturales; la sociedad se tiñó de color lila. Estamos felices de haber compartido experiencias con compañeras, amigas y simpatizantes de Juntas y a la Izquierda en Murcia, Barcelona y Madrid”. Esta gran movilización feminista es la contracara de una polarización con los sectores reaccionarios anti-derechos como Vox y Ciudadanos.
En Francia, Bélgica, Portugal, Italia y otros países europeos también hubo grandes manifestaciones, acciones y campañas en las redes sociales. En Alemania, compañeras de Juntas y a la Izquierda participaron de la manifestación en Berlín.
Un 8M especial hubo en Turquía, donde el gobierno dictatorial de Erdogan prohibió las marchas. Nuestras compañeras del SEP nos cuentan: “La hostilidad del AKP hacia las mujeres se manifestó una vez más a través de los bloqueos y presiones policiales. En la marcha feminista en Estambul, la policía atacó a mujeres con gas pimienta y balas de goma. En Ankara, el 8M se celebró por primera vez tras el estado de emergencia, con la calle bajo bloqueo policial. En ambas ciudades las acciones de las mujeres pasaron a primer plano. En Diyarbakir las mujeres celebraron un masivo 8 de Marzo… La organización socialista de mujeres Igualdad estuvo en las calles de Ankara, Estambul y Denizli. Como todos los años, Igualdad participó en las marchas con la consigna ‘¡las mujeres haremos la revolución, no la cena!’ y llamó a las trabajadoras a enfrentar la creciente explotación.”
En Rusia, bajo el gobierno misógino y homofóbico de Putin, el salario medio de la mujer es un 28% menor al del varón y hay unos 3.000 femicidios al año. En Moscú y otras ciudades hubo pequeñas concentraciones. Las compañeras del Movimiento Socialista Ruso (RSD) plantean: “El régimen gobernante de sexistas varones ricos ignora las demandas de las mujeres. Los cambios reales en la posición de las mujeres rusas son posibles solo si hay un cambio radical en el sistema de gobierno y la atmósfera pública en el país, en la dirección de la democracia y la igualdad social. El feminismo debe convertirse no sólo en derechos culturales o humanos, sino, sobre todo, en un movimiento político y social”.
En América Latina la marea feminista fue contundente y volvió a demostrar un poder de movilización y radicalización que superó las expectativas.
Chile fue quizás el punto más alto, como lo reflejan nuestras compañeras del Movimiento Anticapitalista y Juntas y a la Izquierda: “El 8M en las calles de Santiago movilizó cerca de 400 mil personas mientras que a nivel nacional se duplicaban las cifras… Fue una de las marchas más masivas pos dictadura y obligó a acrobacias discursivas al gobierno. Mientras, el programa de la Coordinadora Feminista 8M apuntaló la posibilidad de debatir reclamos centrales contra los pilares del régimen: una nueva previsión social que reconozca el trabajo no remunerado y derechos laborales, reproductivos y de cuidado, entre un pliego de 10 puntos. Es decir, quitar del imaginario de que sólo es posible la política en los marcos neoliberales, como se ha adaptado la izquierda institucional” (PC, CUT, Frente Amplio).
Argentina también expuso con claridad que sigue siendo un puntal de la ola feminista y disidente. En Buenos Aires, unas 300 mil personas marcharon desde el Congreso hasta la Plaza de Mayo, desbordando a la burocracia sindical y al peronismo. Éstos intentaron diluir la lucha por aborto legal, no llamaron al paro general y boicotearon los gastos del acto unitario, cumpliendo la política de Cristina Kirchner de capitular a los sectores anti-derechos. Juntas y a la Izquierda-MST jugó en todo el país un rol clave en las coordinaciones feministas, junto al resto de la izquierda trotskista, y aportó a las marchas nutridas columnas a las que se sumaron cientos de jóvenes independientes.
Brasil tuvo también sus acciones masivas el 8M, donde se destacó la figura de Marielle Franco, asesinada hace un año. Nuestros compañeres de Alternativa Socialista, corriente interna del PSOL, que participaron de las marchas en varias ciudades, afirman: “Proponemos la creación de una comisión independiente para investigar la ejecución de Marielle, compuesta por especialistas, entidades de clase y de defensa de los derechos humanos nacionales e internacionales, y movimientos sociales. Sólo la movilización de masas puede promover la presión necesaria para que el crimen sea solucionado y sus verdaderos culpables responsabilizados. En ese sentido, consideramos completamente equivocada la postura de la dirección nacional del PSOL y de diversas direcciones provinciales y municipales que prefirieron realizar sólo homenajes simbólicos y shows artísticos en vez de construir una gran marcha exigiendo justicia”.
En Paraguay miles de mujeres se movilizaron en Asunción y otras ciudades. Como expresaron nuestras compañeras de Alternativa Socialista, el objetivo es “luchar por mayor visibilidad en los medios y en todos lados sobre el estado de emergencia nacional por violencia hacia las mujeres”.
Manifestaciones feministas masivas se dieron asimismo en Uruguay, Colombia, Bolivia y México.
Feminismo anticapitalista para dar vuelta todo
Una primera conclusión que queremos compartir desde Anticapitalistas en Red es que, aun con ritmos desiguales de país a país, la oleada feminista global continúa y se tonifica, cuestionando más abiertamente a las instituciones y también a las direcciones reformistas que defienden el sistema patriarcal y capitalista. La vanguardia indiscutida del movimiento son las jóvenes. Para frenar esa potencialidad antisistema actúa el feminismo liberal, corriente que se disimula bajo distintos rótulos: feminismo popular, radical, autónomo o sindicalista. Ya sea por la vía de rebajar el programa de demandas o con posturas anti-partido, anti-varones y hasta biologicista, son un obstáculo para desviar el ascenso feminista.
No obstante, la segunda conclusión fundamental de este 8M es que los aparatos están más debilitados, la crisis y la polarización dejan menores márgenes para posturas centristas, lo cual sumado a la radicalidad de la ola nos abre una inmejorable oportunidad para avanzar en la construcción de organizaciones revolucionarias. Es decir, tenemos mejores condiciones para intervenir en el proceso con un programa anticapitalista y de clase, y por esa vía ganar para nuestras filas a una parte de esa vanguardia juvenil feminista y disidente que avanza a comprender la necesidad de una estrategia anti-sistema, internacionalista, revolucionaria, socialista.