Los planteos de “Alto el fuego” se multiplican y aumenta el aislamiento político de Israel. Los matices del imperialismo occidental con los genocidas no cuestionan sus coincidencias estratégicas. La continuidad de la solidaridad movilizada junto al pueblo palestino es el único camino para detener a los sionistas y sus ambiciones colonialistas.
Por Rubén Tzanoff
Más planteos de “Alto el fuego”
A instancias de una presentación de Sudáfrica, el Tribunal Internacional de Justicia ya había dictaminado que «Israel ha cometido, está cometiendo y corre el riesgo de seguir cometiendo actos genocidas contra el pueblo palestino en Gaza». Y la Unión Europea ha insistido en la necesidad de un “alto el fuego duradero en Gaza”. A estos pronunciamientos, que han sido reveces políticos internacionales para los genocidas, se ha sumado otro golpe: la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU de aprobar la “demanda de alto el fuego” durante el mes del Ramadán, que se permita la distribución de asistencia humanitaria para la distribución de alimentos y la atención de heridos.
Israel cuestionado hasta por sus protectores
La aprobación fue posible porque la diplomacia norteamericana, en una decisión sin precedentes, se abstuvo de vetarla, como había hecho anteriormente en tres ocasiones y en otra lo hizo la dupla rusa-china. Aunque utilizaron el término “demanda” y no “exigencia” que hubiera remitido a un pedido más directo de detener la operación militar israelí, es otro golpe político para los sionistas, resaltado por el hecho de que proviene del imperialismo que los protege y sostiene.
Necedad genocida
El primer ministro Benjamín Netanyahu y el Estado de Israel han repetido que no tienen intención de acceder a las demandas internacionales. Y así se demuestra en los hechos, ya que la población civil palestina sigue siendo el blanco predilecto del ejército invasor que ha causado más de 32.000 muertes, en su mayoría de niños y ha provocado la hambruna de 1,1 millones de residentes en Gaza. Además, continúa atacando campos de refugiados y centros de asistencia sanitaria, como ha sucedido por cuarta vez en el hospital Al Shifa.
Matices y diferencias que no hacen a la estrategia
El imperialismo norteamericano y el europeo han criticado a Israel por la amenaza de un ataque a Rafah y por la ausencia de una salida que no sea la ocupación total de Gaza. Es un hecho que esto implica un mayor aislamiento de los agresores directos. Sin embargo, no se puede generar ninguna expectativa en el imperialismo occidental, en sus cínicas expresiones de “preocupación por las muertes civiles y la hambruna” ni en las miserables ayudas que envía a Gaza. Los responsables de grandes matanzas y padecimientos de los pueblos en todo el mundo, no se han vuelto humanitarios; le están advirtiendo a Israel que sus “errores” podrían acarrear graves consecuencias en la región; lo que se traduciría en millones de refugiados, caos, inestabilidad y levantamientos más generalizados contra Israel y su sostén imperialista. Los matices entre los amos imperialistas y su gendarme para Medio Oriente se dan sobre la base de no separarse ni un milímetro del interés estratégico común de sostener la existencia del Estado genocida de Israel, como ocurre desde hace 75 años.
La movilización solidaria, el único camino
Más allá de estas consideraciones, lo que más presiona a los poderes es la solidaridad con Palestina que recorre el mundo. La movilización de millones de personas contra el genocidio y la limpieza étnica obliga a los gobiernos a dar una respuesta política, aun en contradicción coyuntural con sus socios israelíes. El apoyo movilizado a Palestina no se ha de detener, tampoco la campaña de boicot a los intereses económicos israelíes. Hay que exigir a los gobiernos que detengan el envío de armas a Israel, rompan relaciones y comerciales. Los socialistas revolucionarios impulsamos la unidad movilizada de los pueblos árabes y de todo el mundo en apoyo a la heroica resistencia palestina, en el camino de una salida de fondo para toda la región, que sólo puede llegar con la destrucción del Estado de Israel y la implementación de una Palestina única, laica, democrática, no racista y socialista.