Marco Antonio Yon Sosa, el guerrillero trotskista

Publicamos a continuación un texto del camarada Franco Grisolia, dirigente del PCL de Italia, escrito en 2020, mientras se desarrollaba en Guatemala una nueva rebelion popular. Es un homenaje a un revolucionario que merece ser conocido y recordado por las nuevas generaciones que se suman a la lucha por un mundo mejor, un mundo socialista. Tambien adjuntamos un artículo sobre el MR-13, la organización de la que Yon Sosa era dirigente.

Cincuenta años después de su asesinato, recordamos al heroico comandante guerrillero trotskista guatemalteco Marco Antonio Yon Sosa, “el Chino”.

Mientras saludamos la valiente rebelión del “pueblo de izquierda” de Guatemala, aprovechamos para recordar y presentar a la vanguardia marxista italiana la gran figura de Marco Antonio Yon Sosa, conocido como “el Chino” por el origen de su padre, y por ende sus rasgos.

Hemos preferido publicar aquí, en forma un tanto reducida, un artículo de Luis Berganza sobre la historia del movimiento que dirigió Yon Sosa, el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR-13), que vivió de 1962 a 1973 (tres años después de la muerte de Yon Sosa); un artículo elegido para evitar cualquier riesgo de caer en la tergiversación de los hechos, y también porque un texto “neutral” puede hacer más creíbles algunos aspectos casi inverosímiles de la intentada revolución guatemalteca.

La primera es que surgió el 13 de noviembre de 1960 a partir de un intento de “golpe” militar de izquierda, antioligárquico, antiimperialista y en defensa de Cuba (contra el uso de Guatemala como base para la invasión de Cuba por parte de los contras) contra el presidente Miguel Ydígoras Fuentes, organizado y dirigido por prácticamente todos los oficiales… de las fuerzas especiales antiguerrilleras de Guatemala. Además, estos oficiales, generalmente jóvenes, habían sido educados en años anteriores en la terriblemente famosa base especial de entrenamiento antiguerrillero del Ejército y el Cuerpo de Marines de Estados Unidos en Fort Benning, Georgia (donde, entre otras cosas, como recordó Yon Sosa en una entrevista de 1966 con un periodista canadiense que se había unido a él en la selva, fueron tratados y entrenados muy bien). Los nombres de muchos de los principales líderes de la revuelta se mencionan en el artículo. Los más importantes entre ellos fueron el ex teniente Yon Sosa (quien siempre fue el comandante en los períodos en que se unificaron las fuerzas guerrilleras) y el ex subteniente Luis Turcios Lima, por su papel en el intento de “golpe” y porque en los años siguientes -Turcios Lima murió en un sospechoso accidente automovilístico en 1966- encarnaron las dos almas políticas de la guerrilla: el castrista Turcios Lima, el trotskista Yon Sosa.

A pesar de que el golpe contó con el apoyo de alrededor del 30% del ejército guatemalteco (es decir, tres mil soldados) y gozó de la neutralidad y simpatía de la pequeña fuerza aérea nacional, la intervención de la fuerza aérea estadounidense, el hecho de que la mayor parte del ejército permaneció leal al presidente de la república (él mismo militar), el abandono de la lucha por parte de los oficiales más reformistas, que aceptaron una propuesta de amnistía del presidente, llevó al fracaso de la insurrección. Pero sobre todo, quizás, hubo una falta de coordinación con el movimiento obrero y el pueblo, que en ese momento era pasivo. Como dijo Yon Sosa en la citada entrevista de 1966, con la honestidad política que debe caracterizar a todo marxista revolucionario, “entonces éramos golpistas, hoy somos revolucionarios”.

La historia posterior (incluida la guerra de guerrillas que comenzó en 1962 por 23 militantes, nuevamente todos ex oficiales de las fuerzas especiales, incluido un ex coronel, entrenados en Fort Benning) se cuenta en el siguiente artículo. Queremos subrayar sólo algunos aspectos de esta historia. La transición de Yon Sosa y sus camaradas al trotskismo en 1963-64 no fue superficial. Esto se puede ver en el episodio del 66. Los trotskistas mexicanos, que habían ganado a Yon Sosa para el trotskismo, formaban parte de la llamada “Cuarta Internacional Posadista”, una escisión de la Internacional con presencia predominantemente latinoamericana, a la vez sectaria y absolutamente oportunista hacia el estalinismo, tanto ruso como chino, pero no hacia el estalinismo cubano, por razones de negocios en América Latina. Una corriente revisionista, en suma (aunque la acción de su sección cubana, entre 1956 y 1962, fue en general correcta, con plena participación en la revolución pero una crítica constante a la dirección castrista), que, precisamente egocéntrica, cometió una gravísima irregularidad al utilizar parte de las finanzas del MR-13 para su partido mexicano. Si el trotskismo de Yon Sosa y el MR-13 hubiera sido superficial, ante un episodio como este lo hubieran abandonado. En cambio, como informa el artículo, se convirtió aún más en la lanza del MR-13. Yon Sosa y sus seguidores habían comenzado a comprender la diferencia entre el verdadero trotskismo y la política incorrecta de los epígonos revisionistas.

En cualquier caso, es sobre la base de la política trotskista que Yon Sosa y sus camaradas se enfrentaron nuevamente con los castristas en la breve reunificación de 1968, en la que Yon Sosa fue nombrado nuevamente comandante en jefe de las fuerzas armadas guerrilleras unidas. En el terreno de la estrategia militar, los castristas, a pesar del fracaso político más que militar del Che Guevara en Bolivia, volvieron a plantear la teoría del “foco” guerrillero que se convierte en un ejército de liberación nacional y así conquista el poder. Los trotskistas, siguiendo la teoría marxista y leninista, creían que la guerra de guerrillas debía ser ciertamente una forma importante en un país como Guatemala, pero funcional para la organización de la revuelta de masas de obreros y campesinos. En este sentido organizaron, en las pequeñas áreas liberadas, a centenares de familias campesinas en una especie de comunas agrícolas, autodirigidas en forma de consejo y autodefendidas. Por todo esto lanzaron la consigna de la lucha por un gobierno obrero y campesino y de la revolución socialista -contra la posición castrista del gobierno democrático popular- y de la única revolución antioligárquica y antiimperialista (en esto coincidían con Castro, pero no con Guevara, que ciertamente era un revolucionario aunque no un marxista y tenía como consigna “o revolución socialista o caricatura de la revolución”).

Creemos, sobre la base del vago recuerdo de un viejo artículo y de la información confusa del escritor, militante trotskista desde 1969, que el MR-13, después de la ruptura con los posadistas, buscó contactos con el Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional. Pero no encontró la atención adecuada en las dos alas en las que estaba dividido. La mayoría (Maitan, Krivine, Mandel) en esos años y una vez más sin sacar lecciones de la experiencia boliviana de Guevara, adoptó como estrategia la línea foquista (con resultados desastrosos, como ocurrió con el ERP en Argentina); la minoría, encabezada por el SWP de los EE.UU., era sólo formalmente ortodoxa, en realidad demasiado legalista y acrítica con el régimen castrista para poder ser un punto de referencia para el MR-13. En resumen, el MR-13 nos parece en la historia ser demasiado coherentemente trotskista como para interesar realmente, al menos en esos años, a los diversos revisionistas del trotskismo.

Luego llegó el trágico final, y el MR-13 y Yon Sosa quedaron sólo como un lejano recuerdo heroico para la vanguardia guatemalteca. Algunos pueden objetar que la suya también fue una historia de derrota. Por supuesto, pero esto es cierto para la gran mayoría de las acciones revolucionarias. Desde las calles de París en 1848 hasta las de Viena al año siguiente, a la Comuna de París, a la fallida Revolución Rusa de 1905, a la masacre de Shanghai de 1927, a la Revolución de los Consejos Húngaros de 1956, y así sucesivamente, el proletariado y los marxistas revolucionarios han pagado un alto precio por sus derrotas. Pero si hay un mañana socialista para la humanidad, estas derrotas no habrán sido más que episodios dolorosos en la lucha por la liberación de los explotados y oprimidos.

América Latina está ahora en gran parte en llamas, un concepto expresado plásticamente por el edificio del parlamento en la Ciudad de Guatemala, incendiado por la multitud. El elemento objetivo de una revolución continental está presente, el elemento subjetivo se está desarrollando; el elemento consciente y dirigente, el partido marxista revolucionario, es todavía débil y está dividido. Pero estamos seguros de que crecerá y podrá llevar a las masas a la victoria. En esos días, sobre las banderas del proletariado, ciertamente también podía estar el rostro, bien conocido en el mundo, del revolucionario foquista Che Guevara, pero sobre todo aquellos, hoy casi desconocidos en el mundo, aunque no en sus países, de los dirigentes marxistas revolucionarios, en particular los que desarrollaron la lucha armada por el gobierno obrero y campesino y el socialismo, como “el Negro” Farabundo Martí, fundador del Partido Comunista de El Salvador, asesinado por los militares en la insurrección campesina de masas de 1931; y como la de “el Chino” Marco Antonio Yon Sosa, que renunció, junto a muchos otros de sus camaradas, a los privilegios de su casta para dar su vida, poniéndose a la cabeza de una vanguardia de proletarios, campesinos, estudiantes y ex soldados por la liberación del imperialismo y por la revolución socialista, identificando las bases teóricas y prácticas correctas.

Franco Grisolia


El Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre

Guatemala había tenido una experiencia revolucionaria a través de las elecciones en la década de 1950. En 1954 se produjo un golpe militar que derrocó al gobierno progresista de J. Arbenz. Los militares del país centroamericano tenían sentimientos contradictorios ante la nueva situación que vivía el país en la década de 1960, cuando el ministro de Defensa con el apoyo de todo el Ejecutivo permitió que los exiliados cubanos se entrenaran en territorio guatemalteco, para una futura invasión a Cuba (la famosa invasión de Playa Girón, o Bahía de Cochinos). El presidente Ydígoras contaba con el apoyo norteamericano en la nueva dirección derechista que tomó Guatemala. El descontento, especialmente entre los mandos medios del ejército, se convirtió en un levantamiento armado, encabezado por el 30% de los oficiales, que exigían la destitución del ministro de Defensa y la purga de los altos oficiales de su ejército. Este levantamiento, que tuvo lugar el 13 de noviembre de 1960, iba a ser el germen de la guerra de guerrillas del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, el MR-13.

El levantamiento militar iba a ser encabezado por el coronel Carlos Paz Tejada, quien se encontraba en la bahía y permanecía ilegal, por temor a ser arrestado por el gobierno. Entre los precursores del levantamiento de más alto rango se encuentran el mayor Rafael Sesam Pereira y el capitán Arturo Chur del Cid, quienes fueron detenidos y acusados de conspirar contra el presidente Ydígoras. La desorganización llevó al fracaso de la insurrección. Los militares más activos fueron el teniente Marco Antonio Yon Sosa, el capitán Alejandro De León y los subtenientes Luis Augusto Turcios Lima y Luis Tejero Esquivel. El presidente guatemalteco solicitó la ayuda de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos después de que su fuerza aérea se negara a bombardear a los sublevados. Los bombarderos B26 y C46 de la flota aérea del Cono Sur (Panamá) fueron implacables, y el 17 de noviembre de 1960 el intento fracasó. Varios oficiales fueron detenidos y encarcelados, y otros 70 soldados lograron escapar al exilio.

El 6 de marzo de 1961, veintitrés ex oficiales insurgentes ingresaron clandestinamente a Guatemala para luchar contra el gobierno de Ydígoras. El jefe era el capitán Alejandro León Aragón, quien falleció el 29 de abril de 1961 en un enfrentamiento con la Policía Judicial, luego de un combate armado. El resto del grupo siguió escondiéndose, planeando un atentado contra el jefe de la Policía Judicial, a quien creían responsable de la muerte de su comandante en jefe, en pleno centro de la capital del país el 24 de enero de 1962. Así caerá el jefe de la Policía Ranulfo González Ovalle, abatido por las balas del grupo insurreccional.

El 26 de febrero del mismo año tomaron posesión de una red de radio emitiendo un comunicado y dándose a conocer como el “Frente Insurreccional Alejandro De León Aragón 13 de Noviembre”. Así, el MR-13 había pasado a primer plano. Inmediatamente se trasladaron al noreste del país con la intención de conquistar los cuarteles de Zacapa, y luego los cuarteles de Bananera y Mariscos; pero cuando llegaron a Zacapa fracasaron. Mientras se producían enfrentamientos y disturbios en la Ciudad de Guatemala, el grupo decidió regresar a la capital y establecer allí un frente urbano. Entre marzo y abril de 1962 llevaron a cabo sabotajes y recuperaron armas y dinero. Entre las acciones más importantes se encuentran el incendio de la refinería de la petrolera norteamericana Esso, cuyo primer brote guerrillero fomentó otros levantamientos, como el del teniente en servicio José Guillermo Lavagnino que en junio de 1960 intentó tomar la base de Cobán, huyó a México y posteriormente creó una columna cívico-militar y penetró en Guatemala a principios del 62. El grupo cayó el 19 de marzo de 1962.

Volviendo al grupo inicial del MR-13, con Yon Sosa a la cabeza, sólo quedaban 14 ex soldados armados, todos graduados de la escuela de Benning, Georgia, todos entrenados en tácticas guerrilleras, todos entrenados por cuadros especializados de la Infantería de Marina de los Estados Unidos, experiencia que les permitió sobrevivir a la persecución del gobierno. En septiembre de 1962, una delegación del MR-13 encabezada por Yon Sosa fue a La Habana, donde se reunieron con el derrocado ex presidente Jacobo Arbenz, quien se encontraba exiliado allí, y comenzaron las discusiones con representantes de la Juventud Patriótica del Trabajo (JPT, la juventud del estalinista Partido Guatemalteco del Trabajo) compuesta por estudiantes que apoyaban la lucha armada, y el Movimiento Revolucionario 20 de Octubre nace de su afán por desarrollar la lucha armada.

La influencia de la revolución cubana y de los mítines celebrados en la isla llevaron en diciembre de 1962, tras el regreso de la delegación del MR-13, a un encuentro conjunto entre ésta, el 20 de Octubre, y un tercer sector, el Movimiento Revolucionario 12 de Abril, que incluía al movimiento estudiantil. En esta reunión se decidió conformar un nuevo grupo armado a través de la unificación de las tres organizaciones: las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), de las que Yon Sosa fue nombrado comandante en jefe en la reunión.

Una vez creadas las FAR, se establecieron tres frentes guerrilleros, en uno de los cuales, el Frente Alaric Bennet, quedó Yon Sosa. Desde el principio hubo disensiones internas entre el sector proveniente del MR-13 y los militantes de la Juventud Patriótica del Trabajo. Yon Sosa fue cada vez más influenciado por el trotskismo, alejándose de las posiciones iniciales de la nueva organización. En julio de 1964 adoptó una serie de decisiones que rápidamente provocaron la ruptura definitiva de las FAR, y comenzó a publicar una revista basada en sus nuevas ideas trotskistas, Revolución Socialista. El 20 de diciembre de 1964 se realizó una conferencia en el campamento guerrillero “Las Orquídeas” en la que Yon Sosa intentó imponer sus posiciones al resto del grupo. En enero de 1965 quedó claro que el divorcio se iba a realizar cuando los militantes del MR-13 no participaron en una nueva asamblea guerrillera. La separación se concretó definitivamente en marzo del 65.

Así, a partir de marzo de 1965, el grupo de Marco Antonio Yon Sosa retomó el nombre de Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, teniendo como segundo al mando al ex coronel Augusto Vicente Loarca (fallecido en julio de 1965 durante una ofensiva gubernamental). Con esta nueva división del movimiento armado, los fuegos guerrilleros se debilitaron. Se cree que el grupo de Yon Sosa estaba formado por unos 60 combatientes. La red urbana del nuevo MR-13 apenas existía, ya que la mayoría de sus miembros en la división formaban parte de las FAR.

A partir de la desguace de 1965, el MR-13 sufrió duros golpes, como la muerte del ex coronel Augusto Vicente Loarca en julio de 1965. Ante los fracasos, en abril de 1966 el MR-13 se sometió a una “limpieza” interna, con la expulsión de los partidos trotskistas que tanta influencia habían tenido en el nuevo programa político-militar del grupo. La expulsión estuvo determinada por el descubrimiento de un fraude económico por parte de este grupo a favor de su organización en México. Pero las concepciones trotskistas del MR-13 no cambiaron, y continuaron siendo la punta de lanza de su visión revolucionaria. La ofensiva del gobierno contra los frentes guerrilleros continuó con una nueva incursión en febrero del 67. El aislamiento forzado del frente guerrillero impone un giro hacia la guerrilla urbana, con importantes acciones en la capital.

En enero de 1968, el MR-13 se reunificó con las fuerzas armadas rebeldes, y Yon Sosa fue nombrado nuevamente comandante en jefe de las FAR. Pero esta unidad duró poco, debido a los debates internos sobre cómo desarrollar la lucha armada. Yon Sosa irá a México con la intención de reorganizar el MR-13 sin la presión del ejército guatemalteco, y también porque quería tomar contacto con un grupo de jóvenes que llegaban a Chiapas desde Cuba después de haber estado allí unos años entrenándose militarmente para entrar a Guatemala y apoyar a la guerrilla de las FAR. Las circunstancias hicieron que el grupo de Yon Sosa fuera sorprendido por el ejército mexicano antes de entrar en contacto con el grupo que había llegado de Cuba, teniendo un enfrentamiento en mayo de 1970 en el que fueron capturados. Tras ser detenidos, fueron asesinados el 16 de mayo de 1970. Junto con Yon Sosa, también mataron a los capitanes Socorro Sical (Fidel Rascacoj Xitumul) y Enrique Cahueque Juárez. Fue el golpe fatal para el MR-13. Juan Luis Molina Loza permaneció al mando de los restos del grupo, que fue hecho desaparecer el 13 de enero de 1971. El golpe final al MR-13 fue la muerte de Thelma Gracioso en 1973, momento en el que el grupo guerrillero trotskista MR-13 fue destruido y finalmente derrotado.