Tuvimos la oportunidad de hablar con Jack Hicks, activista socialista canadiense. Intercambiamos sobre sus impresiones en cuanto al segundo gobierno de Trump y la situación política en Canadá.
Entrevista Cesar Latorre
¿Cuál es el sentir de la gente en cuanto al gobierno de Trump? ¿Qué opinan sobre sus declaraciones?
Las encuestas de opinión muestran que Trump y su gobierno son muy poco populares en Canadá. Así lo era antes de declarar su guerra de aranceles y sus amenazas de anexar Canadá y convertirlo en el estado número 51 de los EE.UU., pero a partir de ello, ha generado mucho rechazo. Solo lo apoya una sección de extrema derecha del Partido Conservador y el Partido Popular, mucho más pequeño.
La mayoría de los canadienses apoyan firmemente el sistema de atención médica de pago único del país, que brinda la mayoría de los servicios sin costo para el paciente, y consideran que el sistema de salud estadounidense es enajenante y cruel. Si bien una cuarta parte de los hogares canadienses cuentan al menos con un arma de fuego, la tenencia de armas está altamente regulada y existe un rechazo generalizado por la «cultura de las armas» de EE.UU.
El nacionalismo canadiense alimenta un sentido de superioridad ante la sociedad estadounidense, una presunción que enmascara deficiencias muy reales de nuestra sociedad. Dicho esto, la mayoría de los canadienses se sienten genuinamente alarmados sobre los pasos a seguir de EE.UU bajo el mando de Donald Trump.
¿Qué opinas de las últimas elecciones en Canadá?
¡Fue salvaje! El Partido Conservador, dirigido por la derecha de Pierre Poilievre, tuvo una ventaja de 30 puntos en las encuestas durante más de un año. El primer ministro liberal Justin Trudeau perdía popularidad, en parte debido a los implacables ataques a nivel personal de Poilievre. Cuando los liberales obligaron a Trudeau a renunciar e instalaron al ex-banquero central Mark Carney para reemplazarlo, a Poilievre le robaron a su bolsa de boxeo favorita.
Poilievre se había expresado fuertemente contra el llamado ‘impuesto al carbono’ , una tarifa sobre las emisiones de gases de efecto invernadero que tenía como objetivo incentivar su redicción, encareciendo las actividades contaminantes. El primer acto de Carney como Primer Ministro fue complicar la tarea: eliminar uno de los objetivos más a la mano de Poilievre.
Una de las afirmaciones favoritas de Poilievre era «Todo está roto», de lo que responsabilizaba personalmente a Trudeau. Los ataques de Trump a la soberanía nacional hicieron que muchos canadienses compararan su situación con la de sus vecinos del sur y se dieran cuenta de que Canadá no está «rota.”
Poilievre es una figura divisiva, desagradable y de extrema derecha, y aunque logró aumentar su base social (y robar votos del Partido Popular) no pudo ganarse a muchos votantes a la izquierda del Partido Conservador. Los liberales lograron ganarse a algunos conservadores que consideraron personalmente desagradable a Poilievre, a muchos socialdemócratas que querían asegurarse de que los conservadores no ganaran, e incluso a sectores del voto nacionalista en la provincia mayoritariamente francófona de Quebec. La elección de los liberales con su banquero de «figura paterna» para desafiar a Donald Trump valió la pena.
El Partido Liberal es como un cambiaformas, capaz de giros bruscos de dirección para mantenerse en el poder. Cuando Justin Trudeau se hizo cargo de un partido herido en 2013, detuvo una deriva hacia el socialdemócrata Nuevo Partido Democrático (PND) al dirigir al partido por un camino un poco más progresista. Después de hacerse cargo de un Partido Liberal igualmente herido en 2025, Mark Carney detuvo a los conservadores al llevar al partido significativamente a la derecha.
Canadá ahora está gobernado por el liberalismo más derechista en muchas décadas. Carney ha logrado esto más rapidamente de lo que la mayoría de los observadores creían posible. La consigna que utilizan como mantra liberal ahora es «Hay que proteger la soberanía canadiense«, es decir aumentar significativamente el gasto militar e incertir en la industria de defensa con la esperanza de impulsar la economía en general (en parte a través del aumento de las exportaciones de equipamiento militar). Carney ha prometido reducir significativamente el tiempo permitido para la evaluación ambiental de los principales proyectos industriales, también afirma que esto no tendrá efectos negativos en la economía. Y a pesar de su historial de preocupación por el calentamiento global, planea aumentar la producción de hidrocarburos. Lejos de su retórica de distanciar a Canadá de Estados Unidos, Carney parece decidido a renegociar su relación y luego profundizar la integración a Estados Unidos. En resumen, en lugar de elegir un gobierno conservador, los canadienses eligieron un gobierno liberal muy conservador.
¿Cuál es la situación de la izquierda?
Electoralmente, ,la izquierda en el Canadá anglosajón es mucho más débil de lo que solía ser. El NDP socialdemócrata perdió la mayoría de sus escaños en la Cámara de los Comunes y ya no tiene estatus oficial de partido. En dos de diez provincias con gobiernos del PND, gobiernan de manera muy similar a como lo hacen los liberales en otras provincias. La situación en Quebec es un poco mejor, pero no por mucho.
Los sindicatos son en su mayor parte burocráticos y débiles, y están controlados por socialdemócratas que se alinean cada vez más con los liberales en lugar de con el PND. No es un buen panorama, ya que no ha habido una recuperación de lo que fue la ofensiva neoliberal de las décadas de 1990 y 2000.
Lo único a relucir en la política canadiense en los últimos 10 a 15 años ha sido la creciente militancia de algunos sectores de la población indígena, aunque no se ha logrado una movilización sostenida. Ha habido un cambio significativo en la forma en que los canadienses no indígenas ven la historia de su país a medida que los hechos se hicieron un lugar en la conciencia pública sobre la dureza con la que los niños de las Primeras Naciones fueron tratados en las «escuelas residenciales indias» financiadas por el gobierno y administradas por la iglesia durante 160 años, y cuántos niños fueron víctimas mortales de ese proceso. El descubrimiento de miles de tumbas sin nombre en propiedades de la iglesia impactó a muchos que no tenían conocimiento de tales atrocidades.
¿Cuál es la situación de la clase trabajadora en Canadá?
Canadá es un país rico del Primer Mundo con una clase dominante bien arraigada. A pesar de las dificultades actuales con Trump, Canadá es un socio aprendiz del imperialismo estadounidense.
Como es el caso en la mayoría de los países, la tasa de ganancia ha disminuido significativamente en las últimas décadas y ahora se pronostica que Canadá tendrá una de las tasas de crecimiento económico más bajas del mundo desarrollado en los próximos años. Tener un banquero central como Primer Ministro no cambiará eso. Por primera vez en la historia, muchos jóvenes canadienses sienten que sus vidas no serán tan prósperas y seguras como las de sus padres. Queda por ver qué impactos tendrá esto.
Muchos canadienses que tienen la suerte de ser dueños de sus propias casas tienen grandes hipotecas y temen no llegar a pagarlas. Para otros, los alquileres aumentaron considerablemente en muchas partes del país y hay escasez de alquileres en muchas ciudades. No es exagerado decir que Canadá se encuentra en medio de una gran crisis de acceso a la vivienda y asequibilidad, una que es poco probable que el capitalismo resuelva.
Dada la debilidad electoral de la izquierda y los sindicatos, no sorprende que muchos trabajadores canadienses esperen que los liberales de Carney puedan mejorar su situación. Es probable que se vayan muy decepcionados.
¿Cuáles pensás que son las tareas de los revolucionarios en Canadá?
Los socialistas en Canadá hoy tienen que desarrollar la teoría y la práctica necesarias para sembrar las semillas de organizaciones revolucionarias del tamaño de las que existieron aquí no hace mucho tiempo. Debemos inspirarnos en los éxitos de los demás y aprovechar las oportunidades que se presenten aquí. El mundo capitalista está en crisis, y tenemos que construir y presentar una alternativa.
Me gustaría señalar tres desafíos específicos para los revolucionarios en Canadá.
En primer lugar, las luchas indígenas seguirán siendo fundamentales para la política canadiense. Los planes de Carney de acelerar el desarrollo industrial, especialmente los proyectos energéticos y los oleoductos, inevitablemente resultarán en serios conflictos con las naciones indígenas. Los revolucionarios deben apoyar los movimientos de resistencia indígenas y deben buscar construir resistencia al capitalismo canadiense en lugar de solo resistencia a un proyecto específico o al gobierno de turno.
En segundo lugar, Carney parece haber abandonado incluso las acciones en gran medida performativas de Trudeau sobre el cambio climático. Mientras escribo esto, grandes secciones del país están en llamas y miles de personas han sido evacuadas de sus comunidades y sus hogares. La devastación causada por el calentamiento global solo va a aumentar, y los revolucionarios deben participar activamente en los movimientos relacionados con el clima y abogar por políticas anticapitalistas dentro de ellos.
Y finalmente, ningún revolucionario en ningún lugar puede eludir su responsabilidad de apoyar los derechos del pueblo palestino.
Como dijo Rosa Luxemburgo, el futuro es una elección entre socialismo y barbarie. ¡Elijo el socialismo!




