Por: David Morera Herrera

El presente artículo tiene el objetivo de analizar los últimos acontecimientos que se dan en la aguda batalla social y política que persiste en Panamá, que ya dura más de dos meses; así como debatir cuál consideramos debe ser la política revolucionaria más adecuada de cara a la izquierda y al movimiento obrero, originario y popular panameño.

Un combate ejemplar y prolongado

Desde el 23 de abril, los sindicatos de educadores del sector público se declararon en cese de actividades para exigir se derogue la Ley 462, contrarreforma al régimen jubilatorio de la Caja de Seguro Social. El poderoso Sindicato de la Construcción (Suntracs) y el sindicato bananero Sitraibana se sumaron desde el 28 de abril. Los pueblos originarios se unieron paulatinamente al combate cerrando rutas nacionales y haciendo barricadas, en el marco de fuertes enfrentamientos con las fuerzas policiales. Destacan los pueblos Ngäbe en Bocas del Toro, al norte, y los Emberá-Wounaan en el Darién, al sur.

Como ha indicado en otro artículo el camarada Alberto Giovanelli las jornadas de luchas, si bien son detonadas por la imposición de la Ley 462, se combinan con el rechazo al servilismo del gobierno de Mulino hacia Trump, al acordar apertura a la presencia de Estados Unidos en el Canal de Panamá. Y no menos importante, se combina con el rechazo a la intención gubernamental de reabrir la mina de cobre en Donoso-Colón, que fue cerrada tras grandes manifestaciones en 2023.  La explotación minera a cielo abierto de la corporación transnacional canadiense First Quantum, fue declarada inconstitucional por el Tribunal Supremo panameño, y representa un terrible daño ecológico; así como se destaca el rechazo a los embalses sobre el río Indio.  De modo que se combinan demandas ambientalistas y antiimperialistas, junto a las demandas económicos sociales alrededor del tema de las jubilaciones.  En fin, las masas no han dejado de luchar, con altibajos, desde luego; pero con una impresionante combatividad y persistencia, a la que se suma una cada vez más virulenta represión del presidente Mulino.

Una brutal represión

El gobierno arriba a su primer año y lo hace de una manera impresentable. Los estudios más recientes de opinión dan cuenta de un amplio rechazo de la población a la gestión de gobierno. Una encuesta anterior a las movilizaciones, que data de enero del año curso, indicaba que 7 de cada 10 panameños no confía en Mulino. Hoy, en virtud de su represión y soberbia, sin duda el descontento es mucho mayor.

Miles de desplazados, centenares de heridos, más de quinientos detenidos sin orden judicial, centenares de intoxicados con gases lacrimógenos, desaparecidos, heridos de gravedad y por lo menos dos muertos, entre ellos un joven estudiante y una niña de año y medio.

Se suma la persecución y cárcel para dirigentes del Suntracs, educadores, bananeros y del rector de la Universidad hacia estudiantes luchadores. Las rebajas salariales a los huelguistas que llevan meses en movimiento, el congelamiento de las cuentas del principal sindicato Suntracs, columna vertebral del movimiento obrero, pasan su factura. La represión no ha sido en vano y hacen que hoy el movimiento de masas se encuentre a la defensiva, no a la ofensiva como estuvo durante bastante tiempo.

En ese escenario, si se impone el gobierno se  fortalecería un régimen cada vez más autoritario, ciertamente, pero con pies de barro, por la tremenda impopularidad del personaje Mulino y lo que representa como discípulo de la mafia Martinelli, expresidente prófugo de la justicia.  

Represión y concertación para desmovilizar

Las declaraciones difundida el 30 de junio por el dirigente John Hooker, relativa al acuerdo de mediación del sindicato bananero y pueblo Ngäbe en Bocas del Toro con el Ejército (que los ha reprimido brutalmente), redundaron en el levantamiento de los bloqueos de carreteras, y a depositar expectativas en la resolución del tema de las jubilaciones en el parlamento.

No por casualidad el 1 de julio bajo el título “Derrotan a Mulino en la Asamblea”, El Periódico de Panamá señala: “Jorge Herrera del partido Panameñista, terminó ganando la presidencia con 37 votos a favor lo que representa una victoria inédita contra el Ejecutivo. La tarea a la que se comprometió el nuevo presidente de la Asamblea es la derogación de la Ley 462 y abrir un diálogo para consensuar su reforma que, ponga a salvo los intereses del pueblo panameño y eso se hará a partir de mañana mismo. La imposición de la Ley 462 de la CSS es la que tiene viviendo en zozobra a todos los panameños”.[i]

Inmediatamente Saúl Méndez, secretario general de Suntracs, salió a cantar victoria en las redes sociales. Pretender que lo dicho por el diputado Jorge Herrera, es un hecho lleva a desorientar a las masas. Confiar en la “cueva de bandidos” del parlamento, o negociar por aparte cada gremio concesiones particulares en la cuestión jubilatoria, es criminal y es la vía más segura de la derrota.

Falta unificar las luchas

La mayor carencia que ha arrastrado este portentoso movimiento reside en su dirigencia. A pesar de la combatividad del pueblo movilizado y ante la violenta represión en aumento de Mulino, no se orientaron las dirigencias a construir un organismo unitario que planifique y organice la lucha a escala nacional, hasta provocar una derrota contundente a Mulino. Las masas han dado muestras con creces de fuerza, a lo largo de esta prolongada jornada.

Otro gallo cantaría, si tan solo Suntracs, Sitraibana, los sindicatos de educadores y las comarcas de pueblos originarios, hubieran tomado la tarea de convocar a un Encuentro democrático, que adoptará un pliego de demandas unificado y un plan de lucha para triunfar.

Está en juego el problema del poder

Pero, el enorme ascenso de lucha del pueblo panameño no es indefinido. En la vida, más aún en la política, no hay nada estático. De manera que lo que no avanza, retrocede. Lo que llama la atención es que el grueso de la izquierda y el conjunto de las organizaciones de masas, ni siquiera en el punto más álgido de la movilización, en ningún momento han planteado la consigna de Abajo Mulino, ni tampoco (como ya lo indicamos) los sindicatos referentes han procurado establecer organismos que unifiquen a los distintos sectores en lucha y que puedan ir adquiriendo esa capacidad de disputar al poder.

Porque cuando se dan condiciones de un verdadero levantamiento obrero, indígena y popular como es en Panamá, está planteado en el programa el problema del poder, tanto en lo que respecta al régimen, como al gobierno. Ni el Movimiento de Liberación Nacional MLN (que dirige a Suntracs y al FER-29 en el movimiento estudiantil), el Polo Ciudadano, Propuesta Socialista de la UIT y la sección del SU el Movimiento al Socialismo MAS (vinculada al PSOL brasileño) se han planteado esa cuestión crucial.

Al respecto, desde la LIS y en conjunto con camaradas panameños que han participado activamente de las protestas, entendemos vital levantar la consigna de poder por la negativa es: ¡Fuera Mulino! y por la positiva: Gobierno de los de abajo: trabajadores, pueblos originarios, sectores populares y oprimidos. Como el planteamiento por la positiva sin duda es abstracto, con justa razón se nos pregunta: ¿Qué organismos obreros y populares formarían ese gobierno? ¿Quiénes en concreto nos gobernarían si cae Mulino? Como no han madurado organismos de poder de las propias masas pues planteamos la Asamblea Constituyente originaria convocada por las organizaciones en lucha para refundar el país, cambiando al régimen oligárquico y pro yanqui. 

Podemos aceptar que, en relación con las consignas de poder, hoy en esta etapa defensiva, ya no son de agitación, sino que más bien de propaganda. Pero sigue teniendo vigencia, por la espectacular impopularidad de Mulino, y en lo esencial sigue siendo la necesidad estratégica más descollante del pueblo panameño que lo ha enfrentado una y otra vez en las calles. Además, veamos las perspectivas de Mulino, veamos su credibilidad política, no solo entre las masas, sino entre la propia burguesía, el cambio de timón en el parlamento es un síntoma claro de ese realineamiento que aísla cada vez más a Mulino.

La más amplia unidad de acción contra la represión

Hacer esta discusión sobre la salida de fondo estratégica en Panamá, no implica para nada que tengamos una postura maximalista. La necesidad más apremiante en lo inmediato se vuelve enfrentar la represión bajo todas sus formas. Por ello es un acuerdo de papel mojado la concertación o tregua abierta por Sitraibana con el apoyo y concurso de otras organizaciones populares, sin siquiera pedir como mínimo la despenalización de todos los perseguidos, fuera manos de Suntracs y todo tipo de represalias policiales, administrativas y judiciales contra quienes luchan.

Con ese criterio, desde la LIS invitamos a las y los revolucionarios de Panamá y el istmo centroamericano, a asumir sin ningún sectarismo esas tareas democráticas, y al mismo tiempo, seguir debatiendo y precisando fraternalmente el programa y la orientación política, en procura del reagrupamiento revolucionario.


[i] https://www.elperiodicodepanama.com/derrotan-a-mulino-en-la-asamblea/