El poderoso ejército de Putin no ha logrado derrotar a la resistencia ucraniana. Los trabajadores y el pueblo intervienen decididamente en la defensa de su soberanía. La actuación de los viejos y nuevos imperialismos hace imposible descartar la posibilidad de otra contienda mundial. Frente a esta realidad, la Liga Internacional Socialista (LIS) despliega una política principista.
Por Rubén Tzanoff
Los combates en el territorio de Donbass se llevaron a cabo desde el 2014 al 2016, posteriormente se transformaron en escaramuzas aisladas. El 24 de febrero de 2022 las amenazas del presidente Vladímir Putin, desembocaron en la invasión a Ucrania. Con la “operación militar especial” el comando ruso esperaba imponer una rendición incondicional en pocos días. Sin embargo, se topó con una resistencia ucraniana que impidió un triunfo relámpago.
“Desnazificación” una excusa para ocupar territorios
Para el verano de 2022, Rusia ocupó más de 80 mil km² del territorio ucraniano. Si se incluye a Crimea y la parte del Donbass ocupada entre 2014 y 2015, el control de los invasores abarca una superficie de 125 mil km², alrededor del 20% del territorio ucraniano. En el otoño de 2022, este porcentaje se redujo un poco, pero sigue siendo significativo.
Los intentos de hacer pasar las opiniones de los sectores de ultraderecha como populares forman parte de la engañosa y exagerada propaganda rusa. Detrás de la excusa de la “desnazificación” el ejército ruso instala la barbarie en los pueblos que ocupa y en los que abandona.
Una resistencia masiva y popular
El factor determinante de la resistencia reside en la decidida participación de los trabajadores y el pueblo en la defensa de su país. La autoorganización tiene expresiones tanto en los frentes de combate como en la retaguardia, donde la población civil soporta criminales bombardeos. Ucrania libra una guerra justa, la de un país oprimido que enfrenta la agresión de la Federación de Rusia, un país imperialista y opresor. Por esto, la resistencia a la invasión tiene derecho a defenderse con todos los medios disponibles a su alcance.
El doble carácter de la guerra
La guerra combina dos procesos al mismo tiempo: la justa defensa de la soberanía ucraniana y la agudización de los roces inter imperialistas entre las potencias de la OTAN y los imperialismos emergentes de Rusia y China. A partir de esta caracterización, surgen los ejes que determinan la política: la necesidad de apoyar a la resistencia para la expulsión de las tropas rusas de Ucrania y la de no respaldar a ninguno de los imperialismos en pugna.
Borrosas “líneas rojas”
El imperialismo occidental apoya a Zelensky políticamente, por eso Joe Biden lo visitó en Kiev. También le brinda recursos financieros y lo abastece de armas. De momento, las potencias en disputa han trazado algunas “líneas rojas” que, aunque son cada vez menos nítidas, todavía reconocen como límites. Por ejemplo, la no intervención directa de la OTAN con sus tropas y la negativa de entregarle a Zelensky el armamento estratégico y moderno que pide. Más allá de las eventualidades, lo concreto es que la guerra se extiende y la posibilidad de un acuerdo de alto el fuego hoy no aparece en escena.
Para que haya una paz justa y no una escalada bélica
Esta realidad hace imposible descartar de plano la posibilidad de una escalada bélica que desemboque en la tercera guerra mundial. Para que haya autodeterminación de los pueblos, una paz justa y que no se desate otra contienda generalizada, es necesario exigir el retiro de las tropas rusas de Ucrania y el retiro de la OTAN de Europa del Este. Los bloques militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva deben ser disueltos. Mientras existan, continuarán las amenazas mutuas esgrimiendo sus arsenales nucleares y estará latente el peligro de un desastre para la humanidad. Esta semana Putin volvió a plantearlo al avisar la suspensión de la participación rusa en el último tratado de desarme estratégico y anunciar la próxima entrada en funcionamiento de los nuevos misiles intercontinentales Sarmat.
Leyes anti obreras, desigualdad social y corrupción
Los movimientos en el tablero internacional no deben ocultar lo que sucede en el interior de Ucrania entre el gobierno y la clase trabajadora. Allí, la mayoría parlamentaria del partido de Zelensky, El Siervo del Pueblo, aprobó las leyes N.º 5.371 y N.º. 3.663 que liquidaron derechos laborales elementales. La desigualdad social se agudiza y la corrupción gubernamental es escandalosa. El gobierno justifica cualquier medida impopular con la excusa de la invasión.
Una política principista con actividad internacionalista y una necesidad urgente
Al cumplirse un año de invasión, la Liga Internacional Socialista reivindica el conjunto de la política que ha desplegado. Reafirma el compromiso de seguir llamando a la unidad de los pueblos en lucha y de concretar campañas solidarias. Como la que organizó movilizaciones a las embajadas rusas, recolectó fondos para el Sindicato “Zakhist Pratsi” y realizó actividades en Kiev, Bucha e Irpín.
Ante los padecimientos de la guerra y los que genera la crisis económica capitalista, nos solidarizamos particularmente con los activistas del Este Europeo. Con los camaradas rusos y bielorrusos que están contra la guerra y rechazan a los regímenes dictatoriales-neo stalinistas de Putin y Lukashenko. Y con los camaradas ucranianos que forman parte de la resistencia y construyen la Liga Socialista Ucraniana. En todo el mundo se hace cada vez más urgente la necesidad de construir organizaciones socialistas revolucionarias y de impulsar el reagrupamiento internacional de los revolucionarios, como lo hace la LIS.