Documento mundial de la LIS 2024: Socialismo o Barbarie

Cada día que pasa, esta disyuntiva se hace más actual. Desde el 2008, el capitalismo atraviesa la mayor crisis económica desde la Gran Depresión de la década de 1930. A su vez, es una crisis sistémica superior a todas las anteriores, en la que se combinan y retroalimentan crisis económica, política, ecológica, sanitaria, ideológica y de hegemonía mundial. Como la raíz de la crisis está en la caída tendencial de la tasa de ganancia, al capitalismo le es imposible todo camino que no sea aumentar la explotación, la represión y la destrucción. Por lo cual, no hay solución posible dentro de los márgenes del sistema capitalista.

En última instancia, la necesidad de recomponer la rentabilidad impone a todos los gobiernos los ejes centrales de su política. Por eso todos, sean encabezados por fuerzas burguesas tradicionales, de extrema derecha o reformistas, aplican ajustes contra los pueblos trabajadores. Esto provoca una creciente polarización social y política, y recurrentes rebeliones, revoluciones y crisis políticas de regímenes en todas las regiones del mundo que impiden a los regímenes constituir estabilidad alguna y perpetúan la crisis política. Esta, a su vez, es alimentada por la crisis ideológica que crece desde que se derrumbó el Consenso de Washington con la crisis de 2008 y el capitalismo es crecientemente cuestionado a escala de masas.

El debilitamiento económico, político e ideológico de EE.UU. por el crack de 2008 se sumó al debilitamiento militar y geopolítico producto su derrota en Irak y Afganistán. Este debilitamiento de la principal potencia imperialista mundial, combinado con el crecimiento económico y geopolítico de China, generan una crisis de hegemonía mundial. Esta se profundiza con una creciente disputa interimperialista por una masa de ganancias que se achica, intensificando los roces interimperialistas y volviendo a poner sobre la mesa la posibilidad de una guerra mundial nuclear.

La desesperación por recuperar rentabilidad también sigue profundizando la catastrófica crisis ecológica. Los informes anuales de las Conferencias de la ONU sobre Cambio Climático presentan un panorama cada vez más alarmante sobre la probabilidad de cruzar un punto de no retorno en el calentamiento global que ponga en peligro la supervivencia de la especie humana. Los desastres ecológicos se multiplican por todo el mundo con incendios, sequías, inundaciones y otros eventos climatológicos extremos. Sin embargo, el capitalismo continúa sosteniendo métodos productivos contaminantes, destructivos y emisores de gases de efecto invernadero mucho más allá de cualquier plan que pudiera revertir la dinámica. Y es incapaz de hacer otra cosa.

La pandemia de Covid19 sumó una dimensión más a la crisis sistémica del capitalismo. Reveló cómo su modo productivo genera epidemias y pandemias letales que sus instituciones son incapaces de controlar. La crisis sanitaria no comenzó ni terminó con el relativo control del Covid19, como demuestran las persistentes epidemias de cólera, malaria, dengue, sida y otras que matan a millones cada año. Es un aspecto permanente de la crisis del sistema capitalista.

Cada dimensión de esta crisis sistémica confirma que el capitalismo es un sistema agotado que ya no puede desarrollar las fuerzas productivas ni impulsar el progreso de la humanidad. Al contrario, perpetúa una destrucción sin precedentes tanto de la naturaleza como de la humanidad, las dos principales fuentes de riqueza. Lo hace destruyendo el medio ambiente al punto de hacer peligrar su capacidad de sostener la vida humana, generando pandemias que es incapaz de controlar, profundizando su competencia por la plusvalía que hacen posibles las guerras mundiales y los holocaustos nucleares. Con velocidad y sin capacidad de frenar, el capitalismo conduce a la humanidad hacia el precipicio de la barbarie y la extinción. No puede frenar o revertir esta dinámica porque es sistemáticamente incapaz de actuar contra la necesidad imperiosa de recuperar rentabilidad por encima de todo.

Quienes pronosticaron que el capitalismo lograría una nueva etapa de expansión y desarrollo tras la caída de la URSS han sido desmentidos por la cruda realidad. El capitalismo no ofrece más que miseria y destrucción. Todo reformismo es utópico, todo posibilismo es un engaño.

Todos los proyectos que se propusieron radicalizar la democracia, acabar con el neoliberalismo, redistribuir la riqueza o mejorar las condiciones de las masas sin destruir el capitalismo han terminado en amargos fracasos. Todos los gobiernos autodenominados progresistas o nacionalistas terminaron aplicando las mismas recetas de ajuste que los neoliberales. Los proyectos de izquierda amplia como Syriza o Podemos, o figuras “radicales” como Boric, Pedro Castillo y Petro, de igual manera se transformaron en administradores del ajuste cuando llegaron a gobernar.

Toda medida que mejore significativamente la vida de las masas trabajadoras es imposible dentro del capitalismo. Más aún, ni las medidas más moderadas a favor de las masas son toleradas por un sistema que se hunde si no profundiza la explotación con ajuste y represión. No hay margen para orientaciones keynesianas, Estados de bienestar ni concesiones reformistas. Al contrario, todo el arco político que opera dentro de los márgenes del capitalismo busca aumentar la explotación, e intensificar la represión y el autoritarismo para intentar imponer esa explotación intensificada a las masas trabajadoras.

Por lo mismo, los proyectos de derecha y extrema derecha que llegan a gobernar también terminan fracasando y cayendo. Porque tampoco ellos pueden cumplir con las expectativas de cambios y soluciones que generan.

Ninguna solución parcial o de fondo a los problemas de la humanidad es posible sin derrotar a la clase burguesa y sus Estados. Cualquier solución solo es posible si las masas trabajadoras destruyen el capitalismo y toman el poder para construir una sociedad socialista en la que ellas mismas determinen su destino democráticamente.

La economia mundial no repunta

Todas las previsiones para el 2024-2025 califican la situación de la economía como “incierta” y hablan de “aterrizaje suave” pos-pandemia para EEUU. Esto que aparece en el informe anual del Banco Mundial,[1] traducido en clave de economía política marxista, significa:

*Para EEUU se espera un crecimiento apenas superior al 1 %. Es decir, que aunque logró evitar la recesión en 2023, lo que se prevé para el 2024-2025 es estancamiento. Y esto, solo para ese país (importante, claro), no para las principales economías capitalistas avanzadas por fuera de EEUU.

*En el resto de las economías del G7, el panorama es oscuro: la economía alemana cayó un 0,3% en 2023 y se espera un peor 2024, fundamentalmente por el peso de la caída de la industria manufacturera.

*Las economías de Francia e Inglaterra, tuvieron performance negativa en el último trimestre del 2023. Lo mismo ocurre con Canadá y Japón, mientras que Italia está estancada. Y hay varias otras economías capitalistas avanzadas que ya están en recesión: Países Bajos, Suecia, Austria y Noruega.

*En las llamadas economías emergentes, hay desaceleración, después del efecto “rebote” de 2022 pos-pandemia y normalización del comercio internacional.

Y aunque a escala mundial, las tasas de inflación cayeron un poco en la segunda mitad del 2023, si se toma todo el período desde el final de la pandemia hasta ahora, se tiene que los precios para la mayoría de las personas en el mundo capitalista avanzado han aumentado un 20%. Por supuesto, en países pobres o en Argentina, semicolonia de ingresos medios, la escalada inflacionaria superó el 200 %.

Pero tomado el período 2019-2023, los ingresos reales de los hogares asalariados promedio a escala mundial han experimentado una caída desde el final de la Segunda Guerra.

Y es un hecho, a contemplar como hipótesis-pronóstico, que podría retomarse la dinámica inflacionaria morigerada el año pasado, como consecuencia de la escalada regional del conflicto en Medio Oriente, a partir de la incursión imperialista de la OTAN sobre las costas de Yemen en el Mar Rojo y la ofensiva genocida de Israel sobre Gaza, que incentive otra vez los precios de la energía.

Dos definiciones fuertes del Banco Mundial, que respaldan nuestro planteo:

*Dice por un lado, que puede que no haya recesión en Estados Unidos, pero “la economía mundial va camino de su peor media década de crecimiento en 30 años” .

*Y afirma que detrás de esta desaceleración, está la caída de la inversión productiva de las principales economías en empleos e ingresos que crean valor.

Desde el punto de vista marxista, nuestro análisis completa esa aproximación parcial diciendo que esa desaceleración de la inversión productiva obedece al bajo nivel histórico de rentabilidad del capital global (con la excepción parcial de los monopolios tecnológicos y energéticos) y estimula un comportamiento especulativo del capital.

Junto a ese fenómeno tendencial y clave (la baja tasa de ganancia global), se combinan otros factores de alteración de la economía capitalista mundial:

*Sobreendeudamiento de corporaciones, países y personas.

*El mecanismo de enfriamiento de la inflación que opera la Reserva Federal como es subir la tasa de interés, encarece el crédito y, por lo tanto, complica la solvencia para afrontar deudas a escala mundial. Ese sigue siendo un factor de alta explosividad, ya que organiza la economía de los países sometidos al imperialismo con ajustes sociales brutales que intensifican la polarización y la lucha de clases.

*El último informe de Oxfam, titulado La supervivencia de los más ricos[2] , demuestra que la riqueza extrema y la pobreza extrema han aumentado simultáneamente por primera vez en 25 años. Durante los años de pandemia y crisis del costo de vida desde 2020, 26 billones de dólares (63%) de toda la nueva riqueza fueron capturados por el 1% más rico, mientras que 16 billones de dólares (37%) fueron al resto del mundo en conjunto.  Las fortunas de los multimillonarios han aumentado en 2.700 millones de dólares por día este período y el número y la riqueza de los multimillonarios se han duplicado en los últimos diez años.

*Al mismo tiempo, al menos 1.700 millones de trabajadores viven ahora en países donde la inflación supera los salarios, y más de 820 millones de personas (aproximadamente una de cada diez personas en el mundo) pasan hambre. 

*Tres cuartas partes de los gobiernos del mundo planifican para los próximos cuatro años recortes del gasto del sector público impulsados por la política de ajuste para afrontar deudas de 7,8 billones de dólares.

En ese cuadro general, la agenda mundial burguesa-imperialista de economía de guerra contra el movimiento de masas, con la combinación de reformas laborales, previsionales y fiscales, son salidas cortoplacistas para ganar tiempo, que a su vez intensifican todas las contradicciones sociales y alimentan más la polarización social.

Por su parte, China, que sigue atravesando tensiones sobre todo en el sector inmobiliario por la creación de burbujas especulativas en ese sector, dada la apertura a la intervención de capital privado, por ahora recurre a intervenciones estatales de salvataje para evitar males mayores. Incorpora así, un fenómeno presente en la economía de los principales países capitalistas como son las empresas zombies (cuyo balance contable apenas da para su propio sostenimiento y que dependen del auxilio artificial del Estado). Este factor contradictorio incorporado a la economía del gigante asiático, es una variable de desequilibrio permanente[3]. Y aunque los estándares de crecimiento de China siguen siendo altos comparativamente, igual están por debajo del período pre-pandémico y, por lo tanto, allí radica la causa del reforzamiento de su estrategia global de expansión imperialista acelerada como mecanismo de compensación buscando apropiarse de una porción mayor de la riqueza global. En esa hoja de ruta, choca con EEUU y agudiza las tensiones inter-imperialistas.

La hegemonia imperialista en disputa

Un rasgo distintivo de la actual situación mundial son los roces y conflictos interimperialistas crecientes, lo que provoca una dinámica a cada vez mayores enfrentamientos entre las super potencias e incentiva guerras regionales y más agresiones imperialistas contra la soberanía de los pueblos dependientes y semicoloniales. Las causas hay que buscarlas en el debilitamiento de la principal potencia mundial, EE.UU., el crecimiento de China como potencia económica y militar, y la intensificación de la disputa mundial por la plusvalía desde la crisis de 2008.

El imperialismo yanqui se convirtió en la única superpotencia mundial tras la caída de la URSS. Sin embargo, esa hegemonía también lo dejó solo en la posición de absorber los efectos de la lucha de clases mundial, lo cual generó un rápido desgaste. El estancamiento de las fuerzas estadounidenses en Irak y Afganistán desde la década del 2000, y su posterior derrota, lo debilitó considerablemente a escala mundial. Potencias subimperialistas lograron un mayor margen para operar a nivel regional y China comenzó a surgir como competidor a escala global.

Sin duda, EE.UU. es aún la principal potencia imperialista mundial. Pero el afán de otros de ocupar los espacios que genera su debilitamiento relativo y la determinación de EE.UU. de preservar y recuperar su hegemonía provocan una creciente fricción interimperialista.

La guerra en Ucrania, el ascenso y los golpes de Estado en el Sahel, y especialmente la nueva agresión genocida de Israel contra Palestina, son las expresiones más agudas de esta dinámica.

En Ucrania, Rusia, la principal potencia de la región, busca recuperar terreno perdido tras la disolución de la URSS, mientras EE.UU. y la OTAN pretenden sostener lo ganado y expandir su propia esfera de influencia. La invasión rusa de Ucrania elevó la tensión interimperialista global con una guerra regional que lleva dos años y se combina con la justa resistencia del pueblo ucraniano.

En el Sahel, un ascenso antiimperialista ha provocado una seguidilla de golpes militares contra gobiernos títeres del imperialismo francés en Guinea, Burkina Faso, Mali, Níger y Gabón, así como en Sudán. El proceso ha sido un golpe para el imperialismo occidental, que extrae minerales estratégicos de la región. Mientras, Rusia busca ubicarse como alternativa, aprovechando la inserción militar de organizaciones mercenarias como el Grupo Wagner que mantuvieron estrechas alianzas y negocios con los nuevos regímenes[4]. China, que viene avanzando económica y políticamente en el continente, también busca cómo aprovechar el retroceso del imperialismo europeo.

La agresión genocida de Israel desde el 7 de octubre ha provocado un reordenamiento completo de la disputa interimperialista global. La necesidad de EE.UU. de apoyar e intentar contener a Israel le llevó a debilitar repentinamente su apoyo a Ucrania e incluso a desjerarquizar su prioridad global en el Pacífico para trasladar portaaviones y tropas a Medio Oriente. China y Rusia, por su parte, no han movido un dedo en defensa de Palestina, mantienen acuerdos y negocios con Israel, y buscan como aprovechar la “distracción” de EE.UU.,  demostrando una vez más que no representan una alternativa progresiva al imperialismo occidental.

EE.UU. y China protagonizan el principal conflicto a escala global. Ya compiten en el plano económico, donde China hace tiempo que supera a EE.UU. como principal socio comercial de la Unión Europea, África y Sudamérica. En el último período también ha dado el salto cualitativo de comenzar a disputar el liderazgo en los sectores más tecnificados de la producción, cuya expresión más reciente se ha dado en torno a la IA.

China apuntala y retroalimenta su avance económico con una estrategia para desarrollarse como potencia mundial. El proyecto de la Nueva Ruta de la Seda implica inversiones colosales en infraestructura en decenas de países, tratados de libre comercio, préstamos millonarios con acuerdos que ceden a China puertos y otros factores de soberanía, y el establecimiento de las primeras bases militares chinas en el exterior.

Por otro lado, EE.UU. no quiere ceder ninguna posición y, desde la asunción de Biden, se muestra agresivo en su intento de restablecerse como potencia hegemónica mundial tras el período de relativa retirada durante la presidencia de Trump.

La recuperación de Taiwán y el establecimiento de su control en el Mar de China Meridional es prioritario en el plan de expansión chino. Esto en particular y lo anterior en general intensifican los roces de China con EE.UU. y sus aliados, aunque, por ahora, no le conviene a uno ni a otro escalar el conflicto.

Algunos sectores de izquierda ignoran o minimizan la intensificación de la fricción interimperialista mundial, quedando mal armados para responder ante los conflictos que estallan. Otros exageran el conflicto interimperialista, como si ya estuviéramos en los inicios de una tercera guerra mundial o ante la inminencia irreversible de la misma, generalmente al servicio de una orientación campista, considerando un bando imperialista menos malo que otro. O levantando un equivocado derrotismo en conflictos regionales como la invasión rusa a Ucrania, que termina beneficiando al imperialismo ruso.

La realidad es que una guerra mundial inminente o a corto plazo no es hoy la hipótesis más probable. Sí hay una intensificación creciente de las tensiones entre los bandos imperialistas. Todavía ninguna de las potencias se ve en condiciones de afrontar un conflicto global. Tampoco están firmes los bloques y alianzas existentes, como ha evidenciado la guerra en Ucrania. Las contradicciones entre EE.UU. y la Unión Europea, que tiene relaciones comerciales y políticas propias tanto con Rusia como con China, muestran que los aliados de la OTAN no tienen del todo los mismos intereses. Incluso dentro de Europa hay intereses cruzados, como dejó en claro el Brexit. Estas contradicciones tambien se reflejan entre los miembros del G20 y entre los que integran los BRICS. Incluso surgen potencias regionales que se mueven con cierta independencia tanto de EE.UU. como de China.

Sin embargo, aunque a ninguno le convenga hoy una escalada global, la disputa real por la plusvalía en medio de la crisis hace que la dinámica sea hacia un conflicto creciente. Aunque la perspectiva inmediata no parece ser hacia un enfrentamiento militar abierto entre las distintas potencias mundiales, no podemos descartar que la dinámica avance en esa dirección en el futuro. Y sí debemos esperar que predomine la inestabilidad general y se intensifiquen  las guerras y conflictos locales o regionales, donde tomaran fuerza las luchas en defensa del derecho a  la autodeterminación nacional.

Ucrania a dos años del inicio de la invasión Rusa

La guerra en Ucrania fue el epicentro de las tenciones interimperialistas desde su inicio en 2022. A dos años de iniciado, el conflicto se encuentra estancado. Fracasado su plan inicial de llegar a Kiev e imponer un gobierno titere, Putin se ha dedicado a consolidar su dominio sobre el 20% del territorio ucraniano lindante con su frontera. La resistencia ucraniana, que logro frenar en su momento el avance ruso, se ha ido desgastando con el paso del tiempo y no logro ningún exito significativo en la tan promocionada última contraofensiva que impulso el gobierno de Zelensky.

La incidencia de la guerra en el precio de los alimentos y la energia fue provocando roces entre los socios de la OTAN y ya hay gobiernos europeos que abiertamente presionan para que Ucrania ceda territorios y finalice el conflicto. EE.UU., que ha tenido que reorientar sus fuerzas para intentar controlar la crisis en Medio Oriente, viene retaceando cada vez mas su ayuda material. Ha ido quedando demostrado que la politica del imperialismo occidental nunca estuvo orientada a que Ucrania derrotara militarmente a Rusia, por el peligro de desestabilización total en todo el Este europeo que esto podria provocar. Su politica estuvo centrada en debilitar a Rusia para que no avanzara en su proyecto de recuperar la influencia que tuvo en epocas de la Union Sovietica y se consolidara como una potencia imperialista que trascienda la region y junto a China vuelquen a su favor la balanza de fuerzas a nivel mundial.

En Ucrania la situación es cada vez más critica. A las decenas de miles de victimas y desplazados se suma la destrucción de parte importante de su infraestructura, la perdida de millones de puestos de trabajo y el ataque a los derechos de los trabajadores que el gobierno ha ido profundizando. Los fracasos en el frente y las penurias de las mayorias populares, que contrastan con la corrupción y los privilegios de los funcionarios y la oligarquia ha ido debilitando ante las masas al gobierno antiobrero y proimperialista de Zelensky.

A su vez Putin y sus aliados de la région, para acallar las criticas de sectores importantes de la población contra la guerra y sus consecuencias en vidas y deterioro economico, han liquidado las libertades democraticas más elementales en sus paises, desatando una represión interna que ha obligado a emigrar o pasar a la clandestinidad a todas las organizaciónes sindicales y politicas de oposición. 

El ról de gran parte de la izquierda mundial ha sido lamentable en este conflicto. A la izquierda campista tradicional se le sumaron varias corrientes identificadas con el trotskismo, quienes con variados argumentos equivocados se terminaron alineando con el imperialismo ruso. Esto debilito la necesaria solidaridad con la clase obrera y la juventud ucraniana, que viene siendo la que ha sostenido el peso de la resistencia y tambien con los sectores de trabajadores rusos, bielorusos y de todo el Este que desde un inicio se opusieron a la guerra de Putin y se prununciaron en apoyo de sus hermanos de clase ucranianos.

Solo un puñado de fuerzas desde la izquierda tuvimos una politica principista de apoyo al derecho  a su autodeterminación del pueblo ucraniano y a enfrentar armas en mano al invasor. Desde la LIS y nuestro grupo, la Liga Socialista Ucraniana acompañamos esta política con la exigencia de la retirada incondicional del ejercito ruso, la disolución de la OTAN y la retirada del imperialismo occidental de todo el este europeo. Y en el terreno, no desde la tranquilidad que dan miles de kilometros de distancia, hemos levantado una política critica e independiente de Zelensky y llamado a no depositar ninguna confianza  en el imperialismo occidental. Defendemos la paz, pero sin  anexiones por parte de Rusia. Y el derecho a la autodeterminación de aquellas regiones ucranianas que lo soliciten, siempre y cuando se pueda ejercer libremente, sin la bota de la oligarquía rusa.

La globalidad de esta política está basada en las enseñanzas del leninismo, que a 100 años de la muerte de Lenin siguen vigentes, tiene en cuenta la combinación de tares planteadas y es para militarla en la clase obrera y la juventud de todos los países, sean imperialistas o dependientes, en combate contra las burguesías y las fuerzas campistas.

Palestina en el centro de la coyuntura mundial

La acción armada de Hamas del 7 de octubre 2023 fue un golpe tremendo para Israel, que derribó la supuesta invulnerabilidad del Estado sionista y de sus poderosas y modernas fuerzas armadas. La respuesta israelí fue un brutal castigo colectivo a la población civil de Gaza: un nuevo genocidio, con bombardeos, uso de fósforo blanco, bloqueo de alimentos, agua, electricidad y medicamentos, que continúa. A poco más de 100 días de ataques ya suman más de 30.000 los muertos y desaparecidos palestinos, incluidos 12.000 niños.

Las potencias imperialistas apoyan a Israel. EE.UU. lidera ese apoyo y a la vez busca contener al fascista Netanyahu, que en su huida hacia adelante sigue el bombardeo a Gaza, atacó el sur del Líbano y esta extendiendo la crisis al resto de Medio Oriente. Ya antes del conflicto su reforma judicial causó una fuerte división interna y es difícil que se mantenga en el poder cuando cese el conflicto armado.

La causa palestina es hoy el epicentro de la polarización mundial. Hay un poderoso movimiento de solidaridad internacional, con sus marchas más masivas en el corazón del imperialismo: EE.UU. y Europa. Esto está vinculado a que en esos países se vienen dando fuertes luchas obreras y cierta radicalización política juvenil. Esas movilizaciones son mayores que las de los países árabes, frenadas por sus gobiernos burgueses. A su vez, el desenmascaramiento inédito del carácter genocida y terrorista del Estado de Israel es una derrota política del sionismo. Unos pocos países han roto relaciones y Sudáfrica acusa a Israel por genocidio en la Corte Penal Internacional.

Desde ya, lamentamos la pérdida de vidas civiles. Pero defendemos el derecho palestino y de todo pueblo oprimido a alzarse en armas contra su opresor. Y repudiamos a quienes manipulan las muertes israelíes y el genocidio nazi, pero niegan las matanzas de Israel. Con Hamas tenemos diferencias de fondo, porque su proyecto es un Estado capitalista e islámico. Pero el único responsable de este conflicto es el sionismo, que hace 75 años impuso un enclave colonial y proimperialista en Palestina, masacró a ese pueblo, robó sus tierras, expulsó a millones, discrimina a los árabes israelíes y hasta hoy aplica limpieza étnica. Su plan para Gaza oscila entre mantener el control militar o además expulsar a los palestinos y asentar colonos sionistas.

Hamas es una organización fundamentalista islámica, que en 2006 ganó las elecciones en la Franja de Gaza. En su inicio Israel la financió para debilitar a la OLP de Arafat, la dirección palestina tradicional. Hamas creció aprovechando la traición de la OLP, que en 1993 firmó los acuerdos de Oslo y reconoció a Israel.

En estos 75 años desde que se fundó Israel se demostró el total fracaso de la línea de dos Estados. Nadie puede convivir con un asesino serial. Tampoco es solución un Estado único o binacional en los marcos del capitalismo. La única paz justa vendrá de abolir el Estado de Israel y reconstruir una Palestina única, laica, no racista, democrática y socialista. Este proyecto debe incluir el derecho al retorno de los refugiados palestinos y también una salida integral para la clase trabajadora israelí que rompa con el sionismo, en el marco de la revolución socialista en Medio Oriente.

Para esa estrategia alentamos la construcción de partidos revolucionarios en la región, ya que los trabajadores árabes deben enfrentar a sus gobiernos capitalistas. Llamamos a mantener la movilización en apoyo a Palestina y en repudio al genocidio que comete Israel; a enfrentar las campañas que intentan victimizar al victimario y silenciar toda crítica antisionista tildándola de antisemita, y a exigir a todos los gobiernos que rompan relaciones con Israel.

Polarización y crisis de los regímenes

La profundidad de la crisis lleva a las direcciones políticas burguesas y conciliadoras a desarrollar, cuando llegan al gobierno, planes de ajuste muy agresivos que deterioran a niveles insoportables el nivel de vida de los trabajadores y las mayorías populares. Esto viene provocando el desmoronamiento de partidos burgueses tradicionales y una rápida experiencia con las nuevas formaciones que llegan al gobierno, el descalabro de los regímenes y el surgimiento de nuevos fenómenos políticos.

Se ha desarrollado un proceso de polarización social y política muy agudo, que divide a las sociedades y lleva a enfrentamientos crecientes. Uno de esos polos viene teniendo expresión política en el surgimiento de fuerzas de derecha y extrema derecha en varios países, aunque su estructuración y poder para enfrentar la lucha de clases todavía no tiene la fuerza suficiente como para derrotar a la clase obrera e imponer sus proyectos. El otro polo es cada vez mas fuerte en la calle, protagonista de huelgas, movilizaciones masivas, rebeliones y revoluciones, pero todavía no tiene una expresión política que lo represente cabalmente, que solo puede constituirse si se fortalece la izquierda revolucionaria.

El crecimiento de la derecha y la extrema derecha esta íntimamente ligado al fracaso de los gobiernos nacionalistas, populistas y de centroizquierda que despertaron a principio de este nuevo siglo grandes expectativas en el movimiento de masas. En el giro a derecha de franjas de masas han jugado un rol muy importante los grandes medios de comunicación burgueses y varias iglesias.

Décadas de crisis también han desgastado a las instituciones de la democracia burguesa ante las masas y a los regímenes de este tipo como mecanismos de dominación y control.    Por eso la burguesía se ve obligada a instrumentar cada vez más medidas represivas y los regímenes se vuelven cada vez más autoritarios, no solo en los países dependientes, también en los capitalistas más avanzados.

Como explicábamos en el documento mundial que aprobó el segundo Congreso de la LIS tampoco “podemos perder de vista que al mismo tiempo existe un gran número de nuevos Estados capitalistas, que agrupan a miles de millones de personas, donde la democracia burguesa nunca llegó a institucionalizarse. En otros se abandonó hace tiempo. China, Rusia, Irán, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Siria y decenas de países árabes y africanos tienen regímenes autoritarios y muy poco margen para conceder libertades democráticas y mantenerse en el poder. Por eso desatan represiones brutales cuando el movimiento de masas se les insurrecciona. En los procesos de movilización que se desarrollan en algunos de estos países debemos participar activamente y no ceder al campismo que siempre busca desprestigiar las acciones de masas y justificar la represión para no hacerle el juego al imperialismo. Apoyar las expresiones genuinas de descontento con una política que se diferencie tanto de la derecha y el imperialismo como de los gobiernos capitalistas autoritarios con ropaje de izquierda es crucial para disputar a la vanguardia y franjas de masas en estos lugares.”[5]

El avance de la ultraderecha y cómo combatirla

A fin de 2022 y en 2023 la derecha y ultraderecha lograron nuevas victorias electorales, en especial en Europa. En Suecia formaron alianza de gobierno el Partido Moderado (derecha) y los Demócratas Suecos (ultraderecha), 2° y 3° tras la socialdemocracia. En Finlandia ganó las parlamentarias la Coalición Nacional (derecha), la secundó el Partido de los Finlandeses (ultraderecha) y con otras dos fuerzas formaron gobierno. En Holanda ganó las legislativas el Partido por la Libertad (ultraderecha), que formó gobierno con otros tres partidos de derecha. En el Estado español, el PP (derecha) avanzó en las autonómicas y ganó en las generales, a expensas de Vox (ultraderecha), aunque no logro mayoría para quedarse con el gobierno. En Grecia ganó las legislativas la oficialista Nueva Democracia (derecha) y tres partidos de extrema derecha lograron un 13%. En Alemania viene creciendo la formación de extrema derecha Alternativa para Alemania. En Turquía fue reelecto presidente el autoritario Erdogan, del AKP (derecha radical). En Suiza ganó las parlamentarias la UDC (derecha) y en dos regionales de Alemania avanzó la AfD (ultraderecha). Los partidos de ultraderecha Hermanos de Italia y Fidesz-MPSz gobiernan Italia y Hungría. Trump está en carrera para intentar volver.

En las presidenciales de Egipto fue reelecto por segunda vez el ex general golpista El-Sisi, del Partido del Futuro de la Nación (derecha). En cuanto a América Latina, en Argentina ganó la presidencia Milei, de La Libertad Avanza (ultraderecha), ensayo libertario o anarco-capitalista que aliado a la derecha macrista busca imponer un durísimo plan de ajuste y autoritarismo. En las presidenciales de Ecuador ganó el derechista Noboa, de la endeble coalición ADN. Y en las regionales de Colombia, en donde gobierna Petro, del Pacto Histórico (centroizquierda), ganaron variantes de derecha.

La causa principal de estos avances ya la hemos nombrado antes: es el fracaso de los gobiernos autotitulados “progresistas”, que bajo ese ropaje aplican duros ajustes capitalistas y así generan frustración, descontento social y confusión idiologica en el movimiento de masas. A falta de opciones fuertes por parte de la izquierda anticapitalista, que pueda contrarrestar las campañas de desprestigio mentirosas que lanzan contra la izquierda y el socialismo los propagandistas a sueldo del capital, el enojo popular lo vienen canalizando a nivel político-electoral algunas variantes de derecha y ultraderecha.

A diferencia de las formaciones fascistas del siglo pasado, la ultraderecha actual actúa en los marcos del régimen democrático burgués y no con métodos de guerra civil contra la clase obrera. El reformismo la sobreestima para justificar su estrategia de conciliación de clases y apoyo político a gobiernos burgueses como mal menor, lo que no se debe confundir con la necesaria unidad de acción antifascista.

El crecimiento de la ultra derecha polariza radicalmente a las sociedades y esta generando un proceso de rechazo, apertura política, organización y movilización cada vez más fuerte en franjas de masas. Solo en los últimos días de este enero 2024 hemos visto una movilización de un millon y medio de personas en Alemania contra la posibilidad de que los neo fascistas de la AfD lleguen al gobierno y en Argentina se realizo una Huelga General y más de un millon de trabajadores y sectores populares se movilizaron el 24E contra el nuevo gobierno de extrema derecha de Javier Milei. Y existen procesos de movilización similares en Italia, inciativas contra los fascistas en Grecia y muchos otros paises.

La ultraderecha es un peligro a considerar y combatir política y culturalmente dada la tendencia global a más autoritarismo, represión e inclusive injerencia militar en la represión social para hacer pasar los planes de ajuste. Ante esto, debemos ser vanguardia en las calles y enfatizar la defensa de los derechos y libertades democráticas como parte de nuestro programa general y política revolucionaria. A su vez, debemos agitar ante las masas y explicar pacientemente entre la vanguardia que sólo gobiernos de los trabajadores y el socialismo, como proyecto internacional, podrán garantizar bienestar social, libertad y democracia real para las mayorías. 

Como parte de las iniciativas de la LIS también tenemos que impulsar actividades, eventos y foros internacionales contra la extrema derecha y participar de los que se convoquen, en el marco de nuestra exploración y orientación permanente de reagrupamiento de los revolucionarios. 

El polo revolucionario.

El asenso obrero y popular. El espacio a izquierda

Así como sería un error menospreciar el peligro que representa el crecimiento de la ultraderecha, mucho más equivocado sería no ver el dinamismo del ascenso obrero y popular, que viene creciendo desde hace años y que en 2023 pegó un salto con la entrada del poderoso movimiento obrero de EE.UU y Europa. A eso tenemos que agregar la ofensiva de la resistencia palestina, que desestabilizó los planes del imperialismo en el conjunto del Medio Oriente.

Ya hemos desarrollado la importancia de lo que está pasando en Palestina. Detengámonos en las huelgas y movilizaciones de los batallones más poderosos de la clase obrera. En EE.UU. venimos de paros victoriosos en las tres mayores automotrices y la mayor oleada huelguística en 50 años. Según la Universidad de Cornell, en 2023 se realizaron más de 400 huelgas, entre ellas las que paralizaron la industria del entretenimiento hollywoodense y la mayor de la historia entre los trabajadores de la salud. Todo esto estuvo precedido por la enorme movilización que desató el asesinato de George Floyd y la radicalización política de las mujeres y la juventud.

En Gran Bretaña desde hace un par de años los trabajadores se han comenzado a poner  nuevamente de pie y han llevado adelante huelgas importantes los ferroviarios, docentes, trabajadores de la salud y grandes protestas vecinales contra la suba de tarifas. En Francia  se viene de una batalla de la clase obrera contra la reforma jubilatoria, hay paros por salario, hubo una rebelión juvenil contra la violencia policial, hay movilizaciones contra las leyes racistas y bloqueo de carreteras de los agricultores. En Alemania está en curso una de las huelgas ferroviarias más larga que se recuerde y se han movilizando millones de personas contra la ultraderecha en ascenso. En España hubo huelgas de enfermeras y la sanidad, de ferroviarios y trabajadores de Iberia. En Irlanda, de profesores, médicos, transportistas. En Italia, del transporte público, controladores aéreos, taxistas. Conflictos similares se dan en toda la geografía europea.

En Latinoamérica, el 2024 se inició con una huelga general y un millón de trabajadores movilizados en Argentina contra las leyes represivas y antiobreras del nuevo gobierno de extrema derecha. En años anteriores se habían producido rebeliones populares en Nicaragua, Chile, Colombia, Perú, Bolivia y grandes movilizaciones en Brasil, Ecuador, Panamá, Cuba, Haití, Puerto Rico y Paraguay, entre otras.

En el Sahel, desde 2020 se vienen produciendo golpes militares con apoyo de masas contra gobiernos títeres del imperialismo francés: Guinea, Burkina Faso, Mali y en 2023 se sumaron Níger y Gabón. Recordemos que en África y Medio Oriente de 2010 a 2012 se dio la primera Primavera Árabe, que volteó a las dictaduras de Túnez, Egipto, Libia y Yemen; la segunda de 2018 a 2022, a los gobiernos de Jordania, Líbano, Sudán, Argelia, Siria, Irak. En Irán hubo una rebelión popular en 2019 ante la inflación y otra en 2022 a raíz del asesinato de Mahsa Amini por la policía islámica.

En Asia en los últimos años hemos tenido rebeliones y grandes movilización en Sri Lanka, Myanmar y una huelga general de gran envergadura en la India.

La persistencia de luchas de liberación nacional como fruto de invasiones imperialistas o situaciones no resueltas por el capitalismo (Ucrania, Sáhara Occidental, Cachemira, Hong Kong, Taiwán, etc.) marcan la necesidad para los revolucionarios de seguir apoyando y defendiendo el derecho soberano a la autodeterminación de los pueblos como parte de nuestro programa transicional.

La contradicción más importante de la etapa sigue siendo la ausencia de direcciones revolucionarias fuertes, con una acumulación suficiente en el movimiento obrero como para incidir en el resultado de las luchas y rebeliones que se vienen desarrollando. Esto le da cierto margen de maniobra a las direcciones traidoras y explica por qué viene costando lograr triunfos contundentes y muchos procesos son desviados por los mecanismos de la reacción democrática o derrotados por la represión estatal.

Otra debilidad de los principales procesos de movilización y semi-insurrecciones que se vienen produciendo es su carácter popular, sin que la clase obrera ocupe el centro de la escena. Al no ser la vanguardia la clase obrera, tampoco se facilita el surgimiento de organismos democráticos, la coordinación de los distintos sectores en lucha y el empalme de nuestro programa con sectores de masas. Tenemos que seguir de cerca la nueva coyuntura que se abrió en 2023 y que tiene como una de sus características más importante la entrada en escena de la clase obrera de los países centrales, ya que esto puede comenzar a crear una dinámica distinta e impactar a nivel mundial.

Los capitalistas, por más que se esfuerzan, hoy no tienen fuerza suficiente como para infligir derrotas históricas a las luchas que se desarrollan y aunque los problemas de dirección de nuestra clase y los sectores populares tampoco nos permiten resolver la crisis a nuestro favor, la perspectiva es hacia una profundización cada vez mayor del ascenso, con más huelgas obreras, movilizaciones y rebeliones recurrentes.

Como escribimos en el documento mundial del último Congreso, “nuestro desafío es aprovechar en cada país esta nueva etapa para foguear a nuestros cuadros más jóvenes, estructurarnos social y políticamente en la clase obrera y los sectores más dinámicos del movimiento de masas y pegar saltos en nuestra construcción, siendo consientes de que estamos recién en los inicios de un proceso que tenderá a profundizarse y nos dará múltiples oportunidades para avanzar. Solo si avanzamos en la construcción de fuertes organizaciones socialistas revolucionarias en esta etapa y logramos dirigir sectores de nuestra clase podremos transformarnos en un factor objetivo que contrarreste las debilidades de los procesos, ayude al movimiento obrero a jugar el rol estratégico que se necesita y disputar el poder en las próximas rebeliones y revoluciones que se produzcan. Solo así lograremos que la situación pre-revolucionaria que atravesamos no termine retrocediendo, se transforme en revolucionaria y podamos cambiar la historia.”

Y agregábamos: “La crisis de los mecanismos de dominación y el ascenso está abriendo espacios cada vez más amplios para disputar franjas de masas. La extrema derecha lo aprovecha para posicionarse entre los sectores más conservadores y atrasados. Los socialistas revolucionarios tenemos que desplegar audazmente todas las iniciativas, orientaciones y tácticas a nuestro alcance para comenzar a capitalizar el espacio que también existe para la extrema izquierda y que tenderá a agrandarse con la agudización de la crisis. Para capitalizarlo, además de estar a la vanguardia en las luchas debemos levantar propuestas de fondo, no sólo contra los gobiernos sino también contra los regímenes, las direcciones traidoras y hacer propaganda del sistema por el que luchamos y la necesidad de reagrupar a los revolucionarios.”

La COP28: la falsa ideología del capitalismo verde

Como salida a la catástrofe socioambiental

El 2023 batió récords climáticos a escala mundial cuando la temperatura promedio planetaria alcanzó casi 1,5°C por encima de los niveles preindustriales. Las temperaturas globales promedio durante 2023 fueron más altas que en cualquier otro momento de los últimos 100.000 años. 

En diciembre, mientras se realizaba la COP 28 en Dubai, Brasil alcanzaba temperaturas de 45° y sensación térmica de más de 50° en Río de Janeiro. Australia superaba sus propias marcas a varios miles de kilómetros de allí.

Con ese cuadro, sin embargo, la cumbre climática de la ONU, la instancia oficial mundial de política climática del establishment, insistió con operaciones ideológicas paralelas e inútiles para afrontar la crisis socioambiental del planeta:

* Afirma que hace falta avanzar en la transición “post-fósil” desde el punto de vista energético como definición política declarativa.

* Pero, en paralelo, plantea habilitar mecanismos de mercado para encarar esa transición “en algún momento”. Concretamente: impuestos a la emisión de gases de efecto invernadero.

Ahora bien: bajo las condiciones del capitalismo, toda corporación con poder monopólico de fijar precios como son las grandes energéticas, se sabe cómo una obviedad de la más elemental economía política que trasladan la carga impositiva al precio final de venta y, por lo tanto, no bloquea para nada la emisión contaminante, sino que escala los precios de la energía y sus derivaciones en toda la cadena comercial. De manera que con esa “solución de mercado de carbono”, la clase obrera y los sectores populares pagan doblemente el costo socioambiental de esta falsa salida: porque el calentamiento global no decae y por lo tanto sus consecuencias de clase las pagan las masas; y, en segundo término, porque se amplifica la inseguridad energética con la inflación de los precios de la misma.

La burguesía mundial, su fracción hegemónica, pasó del negacionismo en materia climática a la ideología de la responsabilidad individual y ahora milita el “capitalismo verde”. Todas patrañas destinadas a ganar tiempo, que el capital necesita para distraer al movimiento de masas (y poder seguir valorizando capital) y que la humanidad no tiene socioambientalmente hablando.

En concreto, lo crucial del panorama ecológico planetario conecta el desastre en curso con los ritmos de la crisis económica y sus expresiones político-sociales-militares:

* El capital en su lógica contra-revolucionaria permanente para revertir la caída de la tasa de retorno despliega una agenda de contra-reformas estructurales, que incluyen un salto en la mercantilización de la naturaleza para bajar costos de producción (agronegocio, fracking y agroganadería industrial). Por esa vía, más agresión ecocida a la biodiversidad, más deforestación y emisión de metano productor de calentamiento también.

* Aunque las COP’s hagan declaraciones de su vocación “transicional post-fósil”, recrudeció la explotación de carbón, la guerra en Ucrania disparó el precio de la energía e incentivó la concentración de capital en esa rama, y ahora el conflicto en Medio Oriente profundiza esa dinámica. Ergo, más petro-dependencia, más emisiones de gases de efecto invernadero.

De fondo, lo que una y otra vez reaparece como necesidad urgente, que para el capital es verdaderamente la cuadratura del círculo, es un programa socioambiental de emergencia en clave anticapitalista, antiimperialista y (eco)socialista a escala regional e internacional:

* Salir de la matriz energética fósil, expropiando sin indemnización los monopolios del sector y subsidiar la transición estatal con control social hacia limpias y renovables (el GIEC como organismo científico autorizado tiene probado con modelos experimentales que las renovables tienen condiciones de producir 10 veces toda la energía necesaria en el planeta).

* Prohibir todas las industrias contaminantes socialmente innecesarias: agronegocio, megaminería, fracking. Avanzar en una reforma agraria integral y la producción agroecológica a gran escala para asegurar el derecho a la alimentación sana, saludable y accesible de masas.

* Fortalecer el transporte público, estatal, con control social de trabajadores y usuarios, desincentivando el uso contaminante del transporte individual.

* Reducir la jornada laboral con salario equivalente a la canasta familiar y repartir el trabajo disponible entre toda la fuerza laboral activa, asegurando así el derecho al pleno empleo y a la vez tiempo libre social a gran escala.

* Planificación democrática de la producción y la distribución de bienes y servicios en condiciones de una economía con los resortes principales socializados en manos de trabajadores y trabajadoras. Es la clave contra la anarquía capitalista de la producción, incompatible con un planeta sustentable.

Claro, estas son algunas medidas indispensables para una transición revolucionaria como proceso de salvataje civilizatorio de un mundo al que el capital lleva al precipicio[6].

Lo positivo de este marco es que la agenda urgente ambiental gana cada vez más peso en franjas extendidas de una vanguardia joven y activa, que se va radicalizando, que tiene sensibilidad y creciente consciencia anticapitalista, por lo menos, y que se expresa en luchas, colectivos que se organizan y que recogen simpatía social extendida. Los desafíos para los revolucionarios siguen siendo hacernos parte estructural de esas luchas y, a la vez, ganar con paciencia para nuestras posiciones estratégicas a lo mejor de la vanguardia del sector y fortalecer así orgánicamente las secciones de la LIS en todo el mundo.

Género: ofensiva antiderechos y respuestas

El año 2022 cerró con el régimen talibán prohibiendo a las mujeres afganas acceder a la universidad. En Irán el régimen islámico reprimió y frenó las protestas feministas y populares, y en setiembre 2023, a un año del asesinato de la joven Mahsa Amini por la policía religiosa, el parlamento votó sanciones más duras contra las mujeres que no usen hiyab en público. Son muestras de la ofensiva reaccionaria política y religiosa tras el reflujo de la ola feminista global 2015-2019.

Según el Informe 2023 de ONU Mujeres, “el mundo no logra alcanzar la igualdad de género, lo que la convierte en un objetivo cada vez más lejano” que “al ritmo actual tomará 300 años”[7]. Varios datos  ilustran esa brecha:

* Sólo el 61,4% de mujeres en edad laboral óptima está en el mercado laboral, comparado con el 90% de hombres en igual situación.

* Por cada dólar que ganan los hombres en ingresos laborales a nivel mundial, las mujeres ganan sólo 51 centavos.

* Las mujeres dedican una media de 2,3 horas diarias más que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.

* En el mundo, “una de cada cuatro personas cree que está justificado que un hombre golpee a su esposa.”[8]

La feminización de la pobreza y la violencia machista crecen al ritmo de las crisis económicas, el cambio climático y las guerras. Con desigualdades entre continentes y países, en el capitalismo imperialista esos flagelos recurrentes se agravan. Y el avance de la derecha y ultraderecha alienta su campaña contra lo que llaman la ideología de género.

Según el Informe ILGA 2023, también aumentaron los discursos y crímenes de odio y la persecución a las personas LGBT+[9]. Por ejemplo Uganda impuso la pena de muerte por homosexualidad “reiterada”, Hungría legalizó las denuncias anónimas a familias homoparentales, la Corte Suprema rusa calificó de extremista al movimiento LGBT+, Erdogan redobló su campaña de odio, Florida y otros seis Estados norteamericanos prohibieron todo texto escolar con temas de diversidad sexo-genérica.

Ante esta ofensiva surgen resistencias y luchas, pero sin la magnitud ni la radicalidad de la ola. El 8 de marzo y el 25 de noviembre -día contra la violencia de género- hubo marchas masivas en varios países, como México y el Estado español. El 25N, desde la LIS participamos resaltando la solidaridad con las mujeres de Palestina y África. Además, en varios países se destaca el rol de las mujeres en luchas gremiales -como salud y educación- y de liberación nacional -como los pueblos saharaui y kurdo.

En febrero 2023 hubo un encuentro feminista internacional en Madrid con unas 3.000 asistentes y en marzo 50 referentes de 30 países fundaron una “internacional feminista” en México DF. Ambos eventos fueron dirigidos por sectores reformistas. Así proclamen un “feminismo popular, interseccional, de clase, anticapitalista, disidente, decolonial, antirracista, ecologista, antipunitivista, democratizador y por la paz”[10], varias de las organizadoras son funcionarias de gobiernos burgueses que aplican duros ajustes y defraudan expectativas también en materia de género.

Es clave que desde la LIS y todas sus secciones intervengamos en las luchas de las trabajadoras, del feminismo y LGBT+ para desarrollarlas y fortalecer nuestra construcción. Allí participa una vanguardia joven radical que descree de las instituciones y partidos del sistema, y se abre a las ideas revolucionarias. Los competidores, de mayor a menor peso, son: 1) El reformismo, que frena y desvía las luchas hacia las vías institucionales. 2) El feminismo radical o radfem, que ubica como enemigo principal al hombre, aislado de las clases sociales. 3) La corriente identitaria, que al priorizar las diferencias divide las luchas y es la más anti-partido revolucionario. 4) Los sectores que impulsan un feminismo autónomo y de igual rango que el movimiento obrero, diluyendo el rol dirigente de éste.

En disputa política con estas posturas erradas, postulamos nuestro feminismo socialista y revolucionario que combate al sistema capitalista patriarcal en su integralidad.

Priorizar la juventud

La crisis del capitalismo afecta a la juventud particularmente. La desocupación entre los jóvenes en todo el mundo supera ampliamente, a menudo duplicando, la de la población en general. Son los más afectados por el trabajo precario y la inestabilidad. Las políticas de ajuste restringen el acceso a la educación pública y degradan su calidad. En todo el mundo crece la proporción de jóvenes que no estudian ni trabajan, quienes además son criminalizados, perseguidos y frecuentemente asesinados por los aparatos represivos de los Estados burgueses. El capitalismo no ofrece nada a la juventud, les deja sin oportunidades, sin proyecto, sin esperanza y sin futuro.

Por eso son las y los jóvenes quienes más fácil y frecuentemente llegan a la conclusión de que no tienen nada que perder, están al frente de las rebeliones y revoluciones que recorren el mundo y levantan las posiciones más radicales. Algunos escribas del capitalismo intentan señalar casos de sectores jóvenes respaldando proyectos de derecha o extrema derecha, pero estas excepciones confirman la regla. Ante la falta de alternativas de masas por izquierda, jóvenes que rechazan el sistema que los oprime pueden apoyar en algún momento una propuesta “disruptiva” por derecha, pero es un apoyo efímero. La dinámica global de la juventud es contra la opresión, la represión y todo lo que representa la derecha.

Los jóvenes son la vanguardia del ascenso de la lucha de clases de los últimos años. Levantaron y sostuvieron la primera línea de las rebeliones en Chile y Colombia; estuvieron a la cabeza de la rebelión del Black Lives Matter en EE.UU. y de los estallidos en el Líbano, Irán, Irak y Perú; estuvieron a la cabeza de las huelgas y movilizaciones obreras en Francia, Reino Unido y EE.UU.; son la vanguardia de la heroica resistencia palestina; y en general se encuentran a la vanguardia de todos los procesos de movilización, rebeliones y revoluciones, así como entre las camadas más activas y militantes en el movimiento obrero, en las huelgas y en los procesos de renovación sindical.

De manera más destacada, la juventud es propulsora de los movimientos y las luchas en defensa del medioambiente, por los derechos de la mujer y del movimiento LGBT, temas que preocupan y conmueven a la juventud en especial. Aunque en estos años no han habido grandes movimientos reivindicativos estudiantiles, la defensa y la lucha por la educación pública es también un tema importante y sensible para la juventud.

Por todo esto, la juventud siempre ha sido, y lo es más todavía en esta situación de crisis sistémica del capitalismo y ascenso de la lucha de clases, un sector estratégico para la construcción de partidos revolucionarios. Sólo empalmando con los jóvenes radicalizados que componen la vanguardia de los procesos de movilización y ganándolos para la salida estratégica de la revolución socialista mundial podremos construir nuestros partidos y nuestra internacional con lo mejor de la vanguardia de la lucha de clases mundial.

Para evitar la barbarie hace falta construir partidos y una internacional con influencia de masas

Para concluir, reproducimos la conclusión más importante de nuestro último Congreso: “La dinámica de la crisis capitalista nos plantea que la única posibilidad de interrumpir el curso acelerado hacia la barbarie y la extinción a la que nos conduce la clase dominante actual es con el triunfo de la revolución socialista mundial. Las masas están haciendo su parte; año tras año se suceden rebeliones y revoluciones en todas las regiones del mundo. Pero en ninguna, hasta ahora, ha habido una organización revolucionaria con la acumulación, influencia, capacidad e intención de disputar y ganar la dirección de esos procesos para llevarlos hacia la revolución socialista. Este sigue siendo el problema de los problemas.

“Hemos visto fracasar todos los intentos de combatir o evadir este problema. Las teorías autonomistas que florecieron tras la caída de la URSS, de que se podía cambiar el mundo sin tomar el poder, han sido refutadas reiteradamente por la realidad. Siempre que el poder ha quedado en manos de la burguesía, ésta lo ha empleado para aplastar cada movimiento que la desafiara.

“Hoy algunos cuestionan la validez de construir partidos revolucionarios cuestionando que sea posible el objetivo estratégico de los mismos. Si la revolución no está planteada, es inútil una organización cuya razón de ser es dirigirla. Si sólo está planteado luchar por mejoras democráticas y sociales dentro del sistema capitalista, es mejor limitarse a construir partidos amplios con un programa limitado a esas reivindicaciones.

“Sostenemos que esa perspectiva es errada, escéptica, posibilista y reformista. Lo único que impide el triunfo de la revolución socialista en la actualidad es la ausencia de organizaciones revolucionarias estructuradas en el movimiento obrero y con peso para disputar la dirección de los procesos revolucionarios que efectivamente suceden uno tras otro y continuarán sucediendo. Consecuentemente, nuestra tarea estratégica sigue siendo construir esas organizaciones revolucionarias, leninistas, basadas en la formación de cuadros profesionales y un régimen democrático y centralizado para el combate por el poder.

“Como no nos proponemos construir sectas testimoniales sino ganar influencia de masas y captar a lo mejor de la vanguardia, tenemos que estar abiertos a participar de determinadas experiencias anticapitalistas amplias cuando éstas logran captar la simpatía de franjas importantes de trabajadores y jóvenes que giran a la izquierda. Pero no podemos confundir determinadas tácticas con nuestra estrategia, que pasa por la construcción de partidos bolcheviques. Estas tácticas son útiles en la medida en que nos ayudan a construir el partido revolucionario y la experiencia demuestra que no duran para siempre. Tenemos que estar preparados para cuando dejan de ser progresivas y la realidad nos obligue a delimitarnos.

“Todas nuestras organizaciones, desde las más grandes a las más pequeñas, tienen que tener una orientación para construirse en los sectores más dinámicos de la clase obrera y prestarle particular importancia al proletariado industrial. Tanto para ser una referencia nacional hacia la vanguardia, como para incidir en los períodos de alza de la lucha de clases y mucho más cuando se dan rebeliones como las que estamos presenciando en algunos países, es fundamental dirigir sectores de nuestra clase. El trabajo y crecimiento en la juventud, que es clave para la formación de cuadros, tiene que estar al servicio estratégico de estructurarnos más en la clase obrera.

“Una herramienta fundamental para construir nuestros grupos y partidos nacionales viene siendo la existencia y el dinamismo que ha ido adquiriendo nuestra Liga Internacional Socialista. A su vez, ese crecimiento que estamos logrando en el plano internacional demuestra que en el mundo existen condiciones cada vez más favorables para avanzar en el reagrupamiento de las y los revolucionarios.

“La fuerza de la LIS reside en su proyecto, que intenta unir en una misma organización a compañeros y compañeras que provenimos de distintas tradiciones, no solo a partir de bases programáticas principistas, sino también y fundamentalmente de un método sano, de respeto mutuo, sin imposiciones de ningún tipo, profundamente democrático, para intentar ir avanzando hacia una nueva tradición superadora de las existentes.

“Propagandizar el proyecto de la LIS en cada uno de nuestros países e impulsar fuertemente las campañas e iniciativas internacionales no solo puede permitirnos transformar a nuestro reagrupamiento mundial en un polo de atracción, sino ayudarnos de manera cualitativa a pegar nuevos saltos en nuestra construcción.”

Coordinación de la LIS

Enero 2024


[1] https://thedocs.worldbank.org/en/doc/661f109500bf58fa36a4a46eeace6786-0050012024/original/GEP-Jan-2024.pdf

[2] https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/621477/bp-survival-of-the-richest-160123-en.pdf

[3] https://lis-isl.org/2023/03/14/2-congreso-de-la-lis-la-economia-mundial-en-su-laberinto-hoja-de-ruta/

[4] Rusia está reemplazando al Grupo Wagner en el Sahel, por la estructura militar Africa Corps,

creada por el gobierno ruso.

[5] https://lis-isl.org/2023/03/14/2-congreso-de-la-lis/

[6] https://lis-isl.org/2023/03/14/2-congreso-de-la-lis-la-expresion-socioambiental-de-la-crisis-civilizatoria-apuntes-para-el-debate/

[7] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/la-pobreza-tiene-genero/

[8] La ONU advierte que los prejuicios contra las mujeres se enquistan en todo el mundo, diario español El País, 12/6/2023.

[9] https://ilga.org/severe-spikes-arrests-prosecutions-lgbt-gender-diverse-people-2023

[10] https://www.lavanguardia.com/vida/20230331/8867273/mujeres-lideres-mas-30-paises-fundan-internacional-feminista-mexico.html