Netanyahu huye hacia adelante con más autoritarismo y matanzas

Crece el malestar político interno y externo con Netanyahu. La solidaridad con Palestina es indispensable para frenar el genocidio en curso. El socialismo plantea una salida alternativa para Medio Oriente, contrapuesta al sionismo y al imperialismo.  

Por Rubén Tzanoff

Manifestaciones contra la política del gobierno

El sábado 30 y el domingo 31 de marzo se realizaron las mayores protestas contra Benjamin Netanyahu desde el inicio de la guerra en Gaza. Decenas de miles de israelíes reclamaron un acuerdo inmediato para liberar a los rehenes y la convocatoria a elecciones anticipadas. Frente a la Knesset (Parlamento israelí en Jerusalén) también marcharon varias familias de rehenes, dirigentes del partido Yesh Atid, del Partido Laborista y la Histadrut. Los organizadores anunciaron una «semana nacional de protesta» que culminará el sábado 6 de abril en la “Plaza de los Secuestrados” en Tel Aviv. En otra acción realizada en el barrio Mea Sharim, Hermanos y Hermanas de Armas (reservistas y oficiales retirados del ejército sionista) protestaron contra la eximición militar para los estudiantes talmúdicos, en lo que constituye otro desafío a Netanyahu ya que su continuidad en el gobierno depende en gran medida del apoyo que le brindan los ultraortodoxos.

Manifestación contra el gobierno de Netanyahu.

Contestador automático

Antes de someterse a una operación de hernia, Netanyahu contestó a los cuestionamientos por televisión, repitiendo que hará todo lo posible por “traer a los rehenes a casa”, que no convocará a elecciones y que no suspenderá la ofensiva terrestre sobre Rafah. Fueron las respuestas habituales de un asesino reaccionario al que poco le importan las vidas de los rehenes israelíes y mucho menos la vida de los palestinos. El cuestionado gobierno israelí huye hacia adelante con más autoritarismo interno y violencia externa; para mantener la cohesión de la extrema derecha que lo sostiene en el poder aglutinada en torno a la ocupación continua de Gaza, de la limpieza étnica y la posterior instalación de colonos. Aunque las divisiones han vuelto a expresarse con intensidad, la mayoría de la sociedad sigue apoyando la guerra y no cuestiona al Estado genocida. Vale la pena destacar que el principal “opositor” de Netanyahu es Benny Gantz, quien integra el gabinete de guerra y levanta muchas de sus principales políticas.

Israel destruyó el consulado iraní en Siria

En consonancia con los anuncios bélicos, hubo un ataque de Israel con seis misiles que hicieron impacto en un edificio vecino al consulado iraní, situado en el distrito de Mezzeh, Damasco, que provocó once muertos. Entre ellos estaban siete miembros de la Guardia Revolucionaria Iraní, incluido uno de sus líderes para Siria y Líbano, el general de brigada Mohamed Reda al Zahedi. Se trata del mayor ataque contra representaciones iraníes en el exterior, por el cual el ayatolá Alí Jamenei aseguró que habrá venganza: “El régimen malvado será castigado por las manos de nuestros hombres valientes”.  Simultáneamente, la aviación israelí volvió a atacar el sur de Líbano supuestamente a objetivos de Hezbollah y en otro accionar criminal en Gaza mató “involuntariamente” a siete trabajadores humanitarios de la ONG World Central Kitchen (WCK), fundada por el chef español José Andrés que se desplazaban en un convoy identificado al salir del almacén en el que habían descargado más de 100 toneladas de alimentos.   

El edificio vecino a la embajada iraní en Siria fue destruido.
El cuerpo de un trabajador de WCK yace en el suelo del hospital Al Aqsa.
Destrucción en el Hospital Al-Shifa.

Más y más solidaridad

Los bombardeos, las masacres, la falta de agua e insumos esenciales no han logrado doblegar la resistencia. Por el contrario, han desatado un apoyo sin precedentes a Palestina y el creciente aislamiento político del gobierno israelí. Es necesario continuar con la solidaridad movilizada, las acciones de boicot económico y exigir a los gobiernos la ruptura de relaciones diplomáticas, comerciales y el fin del envío de armas a Israel. Así ha sucedido el último fin de semana de marzo con la realización de manifestaciones en el Reino Unido, donde los organizadores contabilizaron 200 mil personas, en Berlín y en otras capitales del mundo. Los trabajadores y el pueblo israelí no sólo han de romper con el gobierno de ultraderecha, sino también enfrentar al proyecto histórico del colonialismo sionista que los ata a la barbarie encarnada por el Estado de Israel y ponerse del lado del pueblo palestino.

Día después, debate de hoy

Netanyahu se niega a aceptar cualquier escenario de postguerra que no implique la ocupación de Gaza y considere la existencia de Palestina, incluso desoyendo los consejos imperialistas. No es que la Unión Europea y EE. UU. se hayan vuelto democráticos ni humanitarios, sino que temen a las consecuencias de un accionar que atice la rebelión de los pueblos árabes y el cuestionamiento a los gobiernos proisraelíes en todo el mundo. La UE ha reasumido la ya fracasada propuesta de “Dos Estados” surgida a partir de la traición de la OLP con la firma de los Acuerdos de Oslo. El presidente español Pedro Sánchez afirmó que están pensando seriamente en el reconocimiento al Estado Palestino y adelantó que en las próximas semanas habrá novedades al respecto en las Naciones Unidas. Hamas y los fundamentalistas plantean un Estado religioso islámico. Hay organizaciones que defienden un “Estado Binacional” y otras variantes con las cuales tampoco estamos de acuerdo. El devenir de la historia ha demostrado que el Estado sionista es colonialista, genocida, expansivo y actúa como gendarme del imperialismo contra los pueblos árabes. Como tal, no puede ser reformado para convivir amistosamente con los pueblos originarios, ha de ser destruido para que la mayoría palestina pueda retornar a las tierras y hogares de los que fue expulsada por la fuerza; para lograr una paz justa y duradera con la instauración de una Palestina única del río al mar, laica, democrática, no racista y socialista. Los problemas de fondo solo podrán resolverse en el marco de la revolución socialista de los pueblos árabes en Medio Oriente.